Desempleo y pobreza
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 06 noviembre, 2014
Busquemos el consenso sobre los grandes temas. También lo necesitan los “comecuandohay”
De cal y de arena
Desempleo y pobreza
Apenas raya el sol cuando empiezan a congregarse en una de las esquinas de Cot de Cartago quienes buscan trabajo, aunque sea ocasional, temporal, momentáneo, como sea.
De lo que se trata es de contar con un ingreso para paliar las necesidades personales y del hogar. Son los “comecuandohay” que se ubican allí como en tantas otras poblaciones de este país próximas a las tierras donde se explotan los cultivos estacionales, a la espera de que pase el empresario que busca tres, cinco, siete trabajadores —los que las circunstancias demanden— para atender las necesidades de la siembra en esos momentos.
Nadie repara en las coberturas de la seguridad social. ¿Y qué diablos queda? Esa es la masa del desempleo en Costa Rica que marca los contornos de la pobreza. Quizá ni son tomados en cuenta para los efectos de las encuestas y las estadísticas. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos habla de un desempleo prácticamente estancado desde hace años en torno al 8% a la par del 22,4% de los hogares en situación de pobreza, con el referente de una masa sumida en la pobreza extrema que pasó de 88.835 hogares en 2013 a 94.810 en 2014.
En el último quinquenio el nivel de pobreza pasa del 21,2% en 2010 a 22,4% en 2014 y la pobreza extrema del 5,8% a 6,7%. Los hogares pobres en zona urbana fueron el 19,5% y en la zona rural el 30,5%.
Recién el Informe del Estado de la Nación acusa que en la región Brunca el 75% de los trabajadores no recibía aguinaldo, el 86% tampoco horas extra y el 84,6% no tenía vacaciones.
La economía nacional crece, si bien no al ritmo deseado. Tampoco los efectos de ese crecimiento son los deseados. Lo dice la creciente desigualdad en la repartición de los beneficios del desarrollo, el mayor deterioro de los grupos vulnerables con más pobreza, más desempleo y más informalidad.
“De ahora en adelante —dice el I.E.N. 2011— mejoras significativas en el desarrollo humano basadas en la productividad económica y la equidad social, dependen de profundas reformas que van mucho más allá de la apertura económica. Los parches no alcanzan”.
Welmer Ramos, ministro de Economía, atribuye las falencias al modelo económico. “El que actualmente tenemos es concentrador del ingreso y hay que cambiarlo” lo anota en LA REPÚBLICA (31/X/14), un criterio externado a lo largo de la campaña desde el PAC, mientras empresarios y académicos se reunían esta semana para ventilar los grandes problemas que enfrenta el país y las soluciones a su juicio pertinentes en un foro enmarcado por la pregunta “¿Hacia dónde vamos?”.
Porque la cuestión atañe a todos los organizadores del foro debieron ocuparse de llamar a tirios y troyanos al lado de analistas de una misma orientación filosófica, precisamente la que inspiró y labró el modelo económico criticado por el ministro Ramos y el grueso del gabinete del presidente Solís, incluido él también.
Busquemos, pues, el consenso sobre los grandes temas. También lo necesitan los “comecuandohay”.
Álvaro Madrigal
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