Desear poco y esperar menos
Pedro Oller [email protected] | Martes 26 mayo, 2009
Desear poco y esperar menos
Robert Zoellick tiene pinta de villano de película de los cincuentas: Flaco, con ojos amenazantes —a pesar de los bifocales que los resguardan—, bigotillo y cara de pocas pulgas.
Lo recordamos bien, fue chiquitillo secretario de estado (SUB) del periplo Bush. Y, además, vino a decir por estos rumbos las cosas sin rodeos, lo cual incomodó a muchos y confirmó a otros todo lo que es (y no es) el TLC con su país. Después, tuvo a bien don W, de ponerlo en el Banco Mundial y encargarle el balance económico mundial. Ahí está, para bien y para mal.
Zoellick estuvo de visita en Madrid, quería conversar con Rodríguez Zapatero, pero El País le robó unas cuantas líneas de esa franqueza que le adorna.
Arranca, de primeras, a decir que el consumo frente a la producción sigue “muy, muy bajo”. Están fregados los industriales y, con ellos, el ciclo productivo y económico que ante esa ausencia no deja de ser difícil. Primer síntoma de continua preocupación.
Prosigue, porque al advertirle el periódico que hay optimismo de que lo peor ha quedado atrás, concluye que nadie lo sabe con seguridad y que, en cualquier caso, los más vulnerables son: “México y Centroamérica (que) están bajo tensión porque dependen mucho del mercado estadounidense.” De regreso a la discusión con mi colega Villasuso a propósito del TLC, quizás un dato que le valga.
Habla de peligros y correcciones, si bien alaba los pasos dados por el gobierno de Estados Unidos, señala también que en ese país, y diría yo, en el mundo, hay bancos que no dan palo con su cartera de préstamos personales, tarjetas de crédito y bienes raíces. Un tortón.
En cuanto a las tarjetas de crédito, ese torturador despiadado del que hemos dependido para hacer *feliz* nuestra existencia, el Gobierno de Obama presentó, y el Senado aprobó contundentemente (90 a 5) una propuesta que les regula. Finalmente allá pero ¿cuándo aquí?
Estas son las condiciones: El proyecto le dará un embarazo, apenas nueve meses para esa industria de las tarjetitas que deberán obligarse a: Publicar sus acuerdos crediticios en Internet, dejar que paguemos nuestros balances por Internet o teléfono sin ¡cargo adicional!, dejar que nos excedamos en los límites de crédito y darnos 45 días de aviso y —ojo a esta, es— explicación, antes de cobrarnos un interés por encima de lo acordado, ojalá lo mismo se aplicara para todas las tonteras que termina uno pagando sin que le cuenten o expliquen.
Termino en tono amenazador, porque cito a quien opina y no porque lo comparta, Zoellick dice frente al peligro de una depresión: “La probabilidad es baja, pero nunca nula (…) pero si pasa sería terrible.” Gracias Mr Banco Mundial, digo yo, me has tranquilizado el rato.
He de seguir, pero el espacio es escaso y este asunto da para joyas. Nos vemos.
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