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¿Democracia sin partidos?

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 27 agosto, 2008


Hablando Claro
¿Democracia sin partidos?

Vilma Ibarra

“Los partidos políticos son una necesidad funcional de la democracia”, de la misma forma que, a pesar de que el pluripartidismo no favorece la gobernabilidad, resulta una tarea de “higiene democrática” no poner obstáculos a la formación de partidos nuevos, que son absolutamente necesarios para canalizar la expresión de descontento con las llamadas agrupaciones de la política tradicional.
Así de simple y comprensible, de manera categórica, Ludolfo Paramio —un reconocido intelectual español— respondió a inquietudes formuladas por ciudadanos que reflejan esa corriente de pensamiento que empieza a permear no solo en muchos costarricenses sino también en muchos votantes de otras latitudes que, ante la desafección que tienen con los partidos políticos, exploran si hay otras vías de salida para mantener y mejorar el sistema democrático.

El señor Paramio vino a Costa Rica invitado por la Fundación DEMUCA de la Agencia de Cooperación Española y con la sencillez propia del sabio, esbozó ante el auditorio del Tribunal Supremo de Elecciones (que lamentablemente no llenó ni la quinta parte de las plazas) su planteamiento sobre el desafío de los partidos políticos precisamente frente a esa desafección ciudadana que corroe la piel de las democracias y amenaza con extenderse hasta sus entrañas.
De acuerdo con Paramio los partidos políticos no pueden ser sustituidos por los movimientos sociales, aunque está claro que un partido que les da la espalda a los movimientos sociales corre un severo riesgo para su propia existencia, lo que implica que deben enfrentar el inmenso desafío para poder recuperar la confianza y la credibilidad de una ciudadanía cada vez más apática y decepcionada.

Si los partidos políticos le dan viabilidad a la democracia, es hora de que sus líderes comprendan que deben revitalizar sus identidades partidarias para que sean fuertes y duraderas y para que ofrezcan plataformas políticas coherentes, pues de acuerdo con el científico social, en la coherencia está la clave de su revitalización; mucho más que en la predicada necesidad de un cambio en las reglas, que aunque pueden ayudar en algo al sistema, por sí mismas no lograrán devolverle la fe al ciudadano. Y en todo caso, de acuerdo con el experto, la mejor reforma política al sistema democrático es siempre una reforma fiscal.

En referencia a nuestro país, Paramio advierte que la crisis de representación que venimos padeciendo indica que Costa Rica asiste a la recomposición del sistema político partidario y, en este sentido, augura que las elecciones de 2010 constituirán a la vez un desafío y una oportunidad para nuestra democracia, puesto que los partidos deberán demostrar la solidez y la coherencia de sus ofertas programáticas. Para ese proceso el TLC ya será historia y los ciudadanos habremos de recibir algo más que una oferta de sí o no.

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