Delincuencia nos sobrepasa
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 13 mayo, 2011
Delincuencia nos sobrepasa
La fuga frustrada que ocurrió en La Reforma desnudó muchas cosas. Aunque el hecho en sí no es nuevo ni será el último en los recintos carcelarios, esto nos reitera que el problema de inseguridad nos está atacando desde distintos ángulos.
Una de las vertientes del problema se centra en la debilidad de ciertas decisiones judiciales. Los delincuentes de alto voltaje: reincidentes, violadores, asesinos, así como los que dirigen y participan en sociedades criminales, entran y salen de las cárceles. Cuántas vidas podrían salvarse si el sistema no funcionara como puerta giratoria. Aunque quienes participaron en esta fuga estaban tras las rejas, el historial de algunos vuelve a poner sobre la mesa este problema. Así como los fiscales deben ser acuciosos con las pruebas, los jueces deben saber aplicar la lógica que acompaña al derecho. Ustedes recuerdan al delincuente colombiano que, al despedirse del país, indicó con burla que era un vacilón delinquir aquí y que pronto regresaría. Le tiró al centro del problema.
En América Latina nos hemos inundado de expertos defensores de los derechos humanos… de los delincuentes. Hemos estirado demasiado el chicle. Los leo y escucho por todas partes.
Si se quiere disponer de un cuerpo policial bien capacitado y provisto de recursos modernos contra el hampa, entonces repiten a coro que hay peligro de militarización. Son los que también defienden estas puertas giratorias. Son los predicadores de los derechos humanos para unos pocos, pero no para la seguridad de más del 95% de la población.
La corrupción es otro factor que agrava el problema. La corrupción siempre será un crimen de más alta dimensión cuando toca las puertas de áreas muy sensitivas como las relacionadas con los procesos, las decisiones judiciales, las operaciones policiales, la vigilancia en las cárceles.
En los hechos de La Reforma hay situaciones muy preocupantes: llaves de las celdas, celulares, armas, etcétera, en manos de personas condenadas en “máxima seguridad”. Esto es producto de la corrupción o de la negligencia manifiesta y pone en peligro la vida de gente honesta (como ha ocurrido) y de la sociedad misma. La corrupción es el cáncer de una sociedad. Aquí se deben tomar medidas ejemplares.
El reconocimiento para los que se jugaron literalmente la vida y para el vigilante Francisco Morales quien deja esposa y tres hijos menores. Todos los días, en distintos puntos del país, hay costarricenses que están arriesgando su vida en defensa de la sociedad, a pesar de sus bajos salarios y pobres recursos. En honor a ellos, tenemos que hacer algo con este problema.
Las crisis sirven para retomar las esperanzas y aunar esfuerzos. Hay un buen escenario: un nuevo Ministro de Seguridad y un nuevo clima en la Asamblea Legislativa. Esto puede permitir una alianza con el Ejecutivo y con el Poder Judicial para lanzar acciones en torno al problema número uno de la sociedad costarricense: la inseguridad ciudadana.
Arturo Jofré
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