Del Cafta al ADA
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 03 junio, 2010
De cal y de arena
Del Cafta al ADA
El Acuerdo de Asociación (ADA) entre Centroamérica y la Unión Europea ha recibido el beneplácito de los sectores productivos nacionales, no de los pregoneros de esa entelequia denominada “libre competencia”.
Siempre inevitables, sus luces y sombras conducen a un balance globalmente favorable: algunos consiguieron excluirse del libre intercambio, otros pudieron establecer medidas equilibrantes ante la presencia de una contraparte evidentemente más fuerte y con fuerza dominante por disponer de recursos financieros y tecnológicos como no los tiene Centroamérica.
No se conoce de la existencia de sectores sociales radicalmente opuestos, como sí los tuvo el Cafta en razón de sus desaprensivas imposiciones comerciales e impertinentes invasiones a las áreas de exclusiva incumbencia nuestra por referirse al modelo de país y de Estado a escoger.
Costa Rica imprimió matices proteccionistas al ADA sobradamente justificados vistas las asimetrías entre las partes y confirmación de una realidad incontrastable: ellos y nosotros tenemos razones políticas, económicas y sociales que abonan las normas proteccionistas o compensatorias; las tiene la Unión Europea con su producción bananera en las ex colonias y territorios de ultramar, en daño de Costa Rica y su eficiencia para abastecer ese mercado con su fruta. Como las tiene Estados Unidos para dispensar un trato ventajoso a sus sectores gramíneo y ganadero. Esto justifica que el eslabón débil en los tratados luche por neutralizar o compensar con cuotas, aranceles y plazos las asimetrías.
La Unión Europea mostró sus dientes en el tema de los lácteos. Pero el desenlace final evidenció que sus grandes ambiciones andaban por el lado de los servicios (banca, telecomunicaciones y energía) donde consolidó posiciones jurídicas para asegurarse espacios. Lo que ató en lácteos y lo que cedió en azúcar, carne y arroz ha de enfrentar la resistencia de ocho países encabezados por Francia cuando el ADA llegue al Parlamento Europeo para su ratificación en un proceso reñido y ardoroso que puede tardar hasta tres años. Esta realidad política y los retortijones que están viviendo las economías europeas aconsejan tomar con menos euforia los entusiastas pregones de grandes exportaciones y afinar la vista para tener en claro que los nubarrones portadores de la lluvia que puede anegar las lecherías no están al este sino al norte, por obra y “des-gracia” de la renuncia a los mecanismos compensatorios a que legítimamente debió apelar Costa Rica para enfrentar las asimetrías existentes entre el sector lácteo nuestro y el de Estados Unidos. A partir de la entrada en vigor del TLC el arancel costarricense para los lácteos bajó del 111% al 65%; a partir del año 11 el arancel disminuirá linealmente hasta llegar a CERO en el año 20, allá por 2025. La inundación ahogará a quien no se imponga una gestión eficiente, sea finca o sea industria, capaz de abatir costos. Por lo que ocurre en ciertos rubros, esto no va a ser comida de trompudos.
Alvaro Madrigal
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