De vientos de cola a la tormenta perfecta
Ennio Rodríguez [email protected] | Martes 15 mayo, 2018
De vientos de cola a la tormenta perfecta
Las Ciencias Económicas difícilmente pueden usarse para predecir el comportamiento futuro pues son múltiples las variables que pueden intervenir para que se dé un resultado; por eso el análisis del pasado es más efectivo por cuanto se tiene mayor certeza sobre las variables que intervinieron, su velocidad y valores. No obstante, las teorías y conceptos se pueden utilizar para analizar el efecto de ciertas combinaciones entre variables, de tal manera que, si se manifiestan ciertos valores y tendencias, pueden ocurrir determinados fenómenos, siempre que no haya otros efectos no previstos que los cancelen o compensen. Es un valor predictivo limitado, pero importante para la toma de decisiones de política económica.
Así, la administración Solís tuvo vientos de cola favorables, en particular, tasas internacionales de interés cercanas a cero, sin inflación internacional y precios bajos del petróleo (y de otras materias primas también), combinado con un margen importante del Poder Ejecutivo para el endeudamiento externo e interno. Bajo ese escenario fue posible mantener baja inflación, un tipo de cambio relativamente estable, bajas tasas de interés y tasas de crecimiento de la producción razonables (aunque no del empleo). Termina la administración Solís con relativas buenas notas en lo económico a pesar del déficit fiscal creciente, traducido en un endeudamiento público insostenible. Esta falta de sostenibilidad se refleja en las rebajas de las calificaciones de riesgo de la deuda soberana por parte de las calificadoras internacionales y en las tasas crecientes de interés que paga el Ministerio de Hacienda en las subastas para financiar el flujo de caja deficitario del Gobierno central. En definitiva, los vientos de cola favorables permitieron postergar el ajuste fiscal y su necesidad pasó desapercibida para muchos, así como el costo de oportunidad de dedicar el endeudamiento público a financiar gastos corrientes.
Escenario del petróleo. La predicción sobre la evolución futura de los precios del petróleo siempre es difícil por la multiplicidad de factores involucrados. Pero ya el Banco Central señaló que, en el primer trimestre de 2018, la factura petrolera fue un 10% más elevada que en 2017 y la tendencia al alza continúa. Algunos analistas esperan precios entre $90 y $100 en el segundo semestre (actualmente rondan $70). El aumento en el precio del petróleo hará que aumenten, de manera generalizada, los precios internacionales y nacionales de los bienes y servicios en proporción a la importancia de este insumo. Un aumento de la inflación pondrá presión sobre las tasas de interés internacionales que deberán mantenerse positivas en términos reales. En Costa Rica, también veremos una mayor presión sobre el tipo de cambio por el aumento de la demanda de divisas de Recope.
Tasas de interés. Las tasas de interés internacionales han venido aumentando paulatinamente afectadas por las decisiones de la Reserva Federal ante un mercado del trabajo cercano al pleno empleo en Estados Unidos para contener un posible efecto inflacionario. Esto se une al efecto del petróleo sobre los precios. En el mercado doméstico al aumento de las tasas internacionales se une la presión de la Tesorería Nacional sobre nuestro exiguo mercado de dinero doméstico.
Presión fiscal. La Tesorería Nacional deberá acudir nuevamente al mercado en el segundo semestre para financiar su flujo de caja y las tasas de interés que deberá pagar serán cada vez elevadas. Mientras en junio del año pasado, para colocaciones en dólares, el Gobierno debió pagar una tasa del 5,7%, esta subió al 6,5% en marzo recién pasado. Un escenario de inacción sustantiva en el frente fiscal con un déficit proyectado del 8%, niveles peligrosos de endeudamiento público y vientos encontrados en el entorno internacional (en cuanto a petróleo, precios y tasas de interés) se podrían conjugar para desencadenar una tormenta perfecta como no la hemos visto desde 1981-2 (devaluación, inflación, recesión, desempleo y mayor pobreza).
La suerte de la administración Alvarado y la del país se jugarán durante los próximos meses en un entorno internacional menos favorable, sobre el que no tenemos control, por lo que dependerá fundamentalmente, para no correr la suerte de 1981-82, de la aprobación e inicio de ejecución de una reforma fiscal integral tanto de egresos como de ingresos.
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