Costa Rica, con el peor desempeño fiscal de Centroamérica
Javier Adelfang [email protected] | Lunes 12 marzo, 2018
Este año se cumple una década del último superávit fiscal que tuvo Costa Rica, luego solo hemos ido escuchando sobre el crecimiento de la bola de nieve del déficit.
En 2008 al país le sobraron ¢30 mil millones, para final de 2018 nos faltarán ¢2 billones (¢2.021.101.800.000).
En estos diez años la situación del país ha ido empeorando periodo a periodo sin que exista ningún tipo de solución, ni por mayores ingresos ni por una reducción de los gastos.
En 2018 el Estado costarricense costará un 21,6% de la producción nacional (PIB), el valor más alto de la región, según datos del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), un costo que ha ido en aumento continuo.
Solo para tener una referencia podemos decir que en 2014 fue del 19,5%.
Honduras es el que le sigue en la región, con un costo del 21,5%, Nicaragua con un 19% y Panamá con el 18,7%.
Los datos indican que Costa Rica es el que peor está, pese a que nuestros vecinos no la están pasando bien en otras áreas.
Es fundamental tener presente que estos costos también se relacionan con el nivel de servicios que brinda cada Estado, y los indicadores sociales de la región marcan como líder a Costa Rica.
El índice de desarrollo humano del país ubica a Costa Rica en el puesto 66 a nivel mundial, detrás de Panamá en el 60, mientras que, por delante de El Salvador en el 117, Nicaragua en el 124, Guatemala en el 125 y Honduras en el 130.
A pesar de esto, salta a la vista la necesidad de mejorar los ingresos del país, sea por vía de reforma fiscal y combate de la evasión, recorte del gasto o una sana combinación de ambos.
La carga tributaria en el país está por debajo del promedio de la región y se ha mantenido estancada durante los últimos tres años, en el 13,4% del PIB, según el informe del Icefi.
Los países con la carga más alta en el istmo son Honduras con un 17,8% del PIB, Nicaragua con el 16,4% y El Salvador con un 16%.
Analizando toda la información del reporte, Costa Rica está haciendo las cosas mal.
Tiene el Estado más costoso, una recaudación intermedia, y, por mucho, la peor perspectiva fiscal.
Este año el déficit del gobierno llegará al 7,1% del PIB, tal y como lo estima el Programa Macroeconómico del Banco Central, presentado en enero pasado, más del triple que todos los países del istmo con excepción de Panamá, que será del 4% este año.
Panamá es, junto con Costa Rica el más complicado con respecto a su futuro; sin embargo, el primero cuenta con la ventaja de tener tasas impositivas más bajas, lo que implica un mayor margen de maniobra para aumentarlos.
Pero no solo se trata del déficit más alto, también juega en contra el hecho de saber que, mientras en la región los números rojos han ido a la baja o se han mantenido, en Costa Rica han crecido año tras año de manera desproporcionada.
Del estudio se podría desprender que el problema es un gasto desproporcionado. Lo que no se puede afirmar es que se trate solo de un mal manejo de los recursos, ya que Costa Rica provee más y mejores servicios que nuestros vecinos.
Varios de los países centroamericanos que han mejorado su situación lo han hecho a costa de recortar su inversión en educación y salud, como es el caso de El Salvador, donde la importancia en el gasto total se redujo un punto porcentual del PIB en cada uno.
Guatemala es otro de los casos que han optado por moderar su gasto para contener el déficit a costa de no tocar los impuestos, lo que ha impactado en la calidad de los servicios brindados a la población.
Tanto en educación como en salud la disminución dentro del gasto ha sido poco más de medio punto porcentual del PIB.
Si Costa Rica pretende mejorar su situación deberá alcanzar algún tipo de pacto social-económico, en el que todos los agentes estén dispuestos a ceder una parte para solucionar el problema.
No se puede realizar todo a través de un ajuste del Estado para que no peligre la calidad de los servicios que este brinda, pero tampoco se puede pretender que sea el sector privado el que cargue con toda la responsabilidad, sobre todo teniendo en cuenta el impacto que tendrá en la producción, el consumo y el empleo.
Si Costa Rica alcanzó un índice de desarrollo humano superior al de los países de la región es por la inversión social que ha hecho en todas estas décadas.