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Convulsión social

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 21 septiembre, 2018


Convulsión social

¿Qué queremos los costarricenses? ¿Estamos expresando aspiraciones en las calles o solo expresamos furias? ¿Qué ha sucedido con la racionalidad en el país? ¿Y con la prudencia y la serenidad, qué ha sucedido?

La huelga ha continuado, aunque esto no es una huelga. No hay discrepancias laborales, no ha habido conciliación frente a un juez. El Código Procesal Laboral que los sindicatos tanto apoyaron y empujaron en la corriente legislativa ha sido incumplido de manera plena.

Esta no es una huelga, es una expresión política de un grupo que perdió las elecciones, pero que desea gobernar desde la imposición, no desde la oposición.

Esta protesta es política y bien deberían esos grupos en protesta preparase para presentar sus tesis y objetivos, planes y programas para dentro de cuatro años concursar por la presidencia de Costa Rica y las autoridades legislativas elegibles a ver si los electores les favorecen.

En un país democrático y un estado de derecho las discrepancias políticas se dirimen en el campo electoral nunca en el campo laboral de la huelga. Es más, el Código de Trabajo en los artículos 350 y 351 establece como causales de disolución de los sindicatos la participación en asuntos políticos.

Este Código de Trabajo en el acápite “a” señala: “Que intervienen en asuntos político-electorales, que inician o fomentan luchas religiosas, que mantienen actividades contrarias al régimen democrático que establece la Constitución del país, que en alguna forma infringen la prohibición del artículo 333”.

Acá lo que existe es la protesta contra el proyecto de ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas por parte de estas agrupaciones.

Esto no es huelga, es protesta política, por ideas políticas, por tesis políticas contrarias a las expresadas por los diputados y el Poder Ejecutivo en el proyecto de ley. Es un claro intento de superposición de una minoría política a las decisiones de las autoridades legítimas del país.

Yo deseo celebrar la paciencia, la mesura y la sabiduría del señor Presidente de Costa Rica recientemente electo por sobrada mayoría.

No ha usado la fuerza de manera imprudente. No ha agredido de palabra ni de hecho a los que se manifiestan en su contra, no ha alimentado la hoguera, como su partido lo hiciera en contra de proyectos similares en el pasado. Don Carlos Alvarado se ha mostrado un hábil conductor de esta crisis. Ha sido don Carlos Alvarado firme y prudente.

Se han dado hechos vandálicos imperdonables. Estos hechos están reseñados por el intento de sabotaje en Recope de una instalación de gas, la perforación del oleoducto, la quema de dos cabezales de tráiler en Limón, la agresión a la policía a pedradas en San Pedro y el bloqueo reiterado de sus vías, la agresión en la Asamblea Legislativa a las fuerzas del orden, el bloqueo de calles y autopistas con el consiguiente desorden y pérdidas en el sector privado.

Muchos de estos hechos son percibidos por los manifestantes como derechos y no como delitos, pero son delitos de todas maneras y el Ministerio Público debería proceder con diligencia. Doña Emilia Navas y el Ministerio Público han estado muy pasivos en asuntos de gravedad.

Sin aumento de los ingresos no se podrán pagar salarios y pluses. Sin reducir el gasto por ausencia de ingresos el país marchará a una seria devaluación.

Desde el extranjero quienes prestan dinero al país observan su capacidad de pago, observan cuidadosamente sus flujos de caja. Quienes prestarían recursos frescos perciben un aumento del riesgo de país y subirán con facilidad la tasa de interés en sus líneas de crédito o en sus préstamos. Si suben la tasa de interés aumentará el déficit fiscal.

Crear un mal ambiente en el mercado financiero no lleva más que a perjudicar las posibilidades de tomar prestado y de salir del atascadero de financiar el presupuesto nacional y refinanciar la deuda pública de manera suave y sostenida.

¿Por qué atacar al país cuando se está atacando uno mismo? ¿Será ignorancia o despecho? Estaba claro para mí que la izquierda apoyó a Carlos Alvarado en la segunda vuelta electoral. ¿Esperaban quizás que hiciera oído sordo a los problemas fiscales y a las herramientas para detectar y combatir los disparadores del gasto? Don Carlos Alvarado no está destruyendo a Costa Rica, está sentando bases más firmes para lograr estabilidad y crecimiento económico.

Nuestros problemas fiscales deben corregirse y de raíz. Nuestros problemas de evasión y de elusión, cuyo espectro levantara la administración Solís Rivera, deben atenderse y deben desvirtuarse las afirmaciones de quienes los sitúan en un 8% del PIB sin tener a mano las listas de las empresas y de los individuos defraudadores. Fácil es hacer una proyección sin sustento más que de un índice de la OCDE más cuando la economía informal en Costa Rica llega al 49,6% del PIB y la canasta básica está exonerada y monta un 3,5% del PIB.

No debemos caer en el extremismo. No debemos hacer creer a las personas más sencillas que el presidente don Carlos Alvarado puede por decreto acabar con las pensiones de Hacienda o que estas son inconstitucionales. No debemos propalar rumores en el sentido de que estos impuestos del proyecto de fortalecimiento de las finanzas públicas recaerán exclusivamente en los pobres del país. Debemos recuperar la sinceridad y hablar las cosas sin confundir a los costarricenses, siempre buscando soluciones reales y equitativas.

Debemos solventar nuestros problemas atendiendo a todas las partes. El equilibrio y la serenidad no deben perderse. La razón debe prevalecer sobre las pasiones. Las sacadas de clavo de quienes perdieron las elecciones pasadas buscando acabar con este gobierno no tienen sentido y podrían terminar de volcarse en contra de quienes diciendo ser demócratas al perder se transforman en sicarios.

El país debe caminar en la ruta de la intensa colaboración del ciudadano con sus gobernantes persiguiendo con ellos “cosechar una espiga más y derramar una lágrima menos.”

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