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Constructores de burbujas

Arturo Jofré [email protected] | Viernes 09 diciembre, 2011



Constructores de burbujas

Se nos va el año y es bueno mirar un poco en retrospectiva, especialmente para aprender también de los errores. Los constructores de burbujas, que este año han continuado con la tradición, constituyen un fenómeno peligroso porque aparecen como fantasmas por todos lados y van dejando una estela de desazón, de agudización de los problemas y de desperdicio enorme de recursos.
Estos personajes siempre vienen con una buena noticia, ampliamente divulgada y glorificada, a veces acompañada de gran publicidad. Son atrevidos, ya que dan la impresión de que han resuelto por fin un problema que venía arrastrándose por años o décadas, es decir, crean ilusiones. Estos magos modernos logran ilusionarnos con puro entusiasmo, pero en el fondo no hay nada sólido y a la larga terminamos todos engañados.
Veamos un ejemplo familiar para todos, dado que es una de las burbujas más viejas, dañinas y repetitivas. El origen de nuestras malas calles y carreteras es porque no hemos abordado el tema con seriedad, ya que nos han recetado una y mil veces calles que cumplen con el requisito de generar huecos apenas aparecen las lluvias. Gracias a estas burbujas hemos pasado la vida llenando huecos, destruyendo vehículos y botando millones de dólares. Nada sólido, nada que perdure, nada que nos permita estar tranquilos por lo menos algunas décadas.
Hay obras que se descuidan desde el diseño mismo, desde allí todo va saliendo mal. Me da la impresión, si los médicos tienen la razón, que eso ocurrió con la construcción de quirófanos por parte de la Caja, en los cuales se invirtieron millones de dólares, para terminar como bodegas o como salas de operación defectuosas. Mientras miles de pacientes esperan su turno. Otro ejemplo de un pésimo diseño lo tenemos en la famosa ley de tránsito, la que anda en otra revisión más en la Asamblea Legislativa.
Cada vez es más difícil observar obras sólidas que perduren y sobrevivan por generaciones o por lo menos con una vida útil prolongada. Pareciera que nos hemos acostumbrado a aceptar este juego oneroso y paralizante.
Nos lanzan semáforos inteligentes, nos dicen una y otra vez que se harán expeditos los trámites para generar empresas, los sabios dijeron que con un informe psicológico se lograría la tenencia de armas en mentes normales y vean en lo que terminó esto (¿acaso no sabían que la tramitología de este tipo es fuente de corrupción?).
La vida light nos ha invadido las artes, el teatro, la política, la comida y también la forma en que planteamos y resolvemos los problemas más serios del país.
Pero no tiene necesariamente que transformarse en una cultura, hay todavía mucha gente seria en distintas posiciones sociales que nunca va a bajar la guardia.
A fin de cuentas Costa Rica es un país pequeño que se ha hecho grande porque hubo personas que tomaron grandes decisiones y no gastaron su tiempo haciendo burbujas. En otras palabras, los remedios son caseros y conocidos.

Arturo Jofré
[email protected]






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