Consecuente, no valiente
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 25 octubre, 2010
Consecuente, no valiente
En varias ocasiones algunos amables lectores me han escrito para felicitarme por mi supuesta valentía. Y digo “supuesta”, porque no me considero valiente. Como a todos, me atormentan diversos miedos con los que tengo que lidiar. Tampoco diría que soy cobarde, pero los seres humanos demuestran su valentía en casos extremos y a mí no me ha tocado estar al límite para comprobar cuán valiente soy.
Valiente Laura Víquez, que se atrevió a enfrentarse a un juicio descarnado que la expuso a la opinión pública, obligándola a revivir el momento más espantoso de su vida. Y no fue cobarde al decidir retirar la demanda, fue consecuente con su deseo de continuar su vida.
Valiente Francisco Dall'Anese, que tuvo que enfrentar como fiscal general los casos más sonados de corrupción política de nuestro país y ahora está al frente de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, arriesgando su integridad como el último comisionado a cargo y su vida.
Valiente monseñor Romero, que denunció en sus homilías los abusos de poder y las violaciones a los derechos humanos cometidos en El Salvador y fue asesinado mientras celebraba el sacramento de la Eucaristía.
Valiente Carmen Lyra, que por su activismo político y por no quedarse callada tuvo que exiliarse en México junto a muchos comunistas de la década de 1940 . Desde hace unos días su memoria ha sido reivindicada en el nuevo billete de ¢20 mil. ¿Paradoja?
Valientes todos los que alzaron la voz en contra de las dictaduras, exponiendo su vida y en muchos casos perdiéndola.
La valentía se pone a prueba en situaciones límite. Ser consecuente con lo que uno cree, piensa, siente, es tarea de todos los días.
No arriesgo mi vida diciendo lo que pienso, porque desde hace algunas décadas y por lo menos hasta ahora en Costa Rica hay libertad de expresión. Aunque recordemos que Parmenio Medina fue asesinado por denunciar a quienes mandaron ajusticiarlo.
No soy valiente, soy consecuente. Las injusticias me enferman. No dejaré de denunciar a los violadores, a los pedófilos, a los corruptos, a los que se aprovechan de los más débiles.
Por fortuna en nuestro país sobran las personas consecuentes con su ideología, con sus valores. Y son respetables aun cuando no estemos de acuerdo con ellos. El ex presidente Arias, por ejemplo, es un hombre consecuente con su visión de país, aunque no nos guste. Don Rodrigo Carazo nunca traicionó sus ideales y fue honrado hasta por sus detractores.
En la vida cotidiana nos encontramos con individuos que actúan según sus principios y nos causan admiración.
No faltan, lamentablemente, tanto en el plano político como en la vida común, los hipócritas que no dicen lo que piensan por miedo al que dirán, a perder su imagen pública, a caer en desventaja. Esos sí son cobardes.
Claudia Barrionuevo
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