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¿Colapsó ya la red vial?

Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 12 agosto, 2010



De cal y de arena
¿Colapsó ya la red vial?


Desguazado su Ministerio de Obras Públicas y declinada con artimaña su responsabilidad de proveer y velar por sus carreteras, este país, el mismo país que alardea de sus atractivos para la inversión extranjera directa y de las cotas alcanzadas por sus exportaciones, padece los efectos de una red vial característica de un Estado fallido.
No es por la belicosidad de la dirigencia sindical que convoca a huelgas y paros; ni por el hartazgo de las comunidades que cierran carreteras como única opción para materializar el derecho al berreo; ni por la asfixiante tramitomanía con que se solaza la administración pública para conspirar contra el desarrollo y el progreso. Lo que está arrastrando al colapso al aparato productivo nacional es la ruinosa red de carreteras que tenemos, carente de todo sentido de modernidad y desde luego rezagada ante el volumen de la demanda de tráfico urbano y rural.
Vías estrechas, acogotadas por puentes de solo dos carriles, que descargan en las ciudades el tráfico pesado para multiplicar, así, la congestión y la exasperación, atenazan el aparato productivo y encarecen los costos para el consumidor también.
Hay que transitar por la carretera Cartago-Turrialba o por Atenas-Orotina o por San Ramón-Caldera cuando las rutas principales se cierran, para entender las dimensiones de la fallida red vial.
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No se ve para el corto plazo la acción gubernamental que va a enfrentar esta faz del problema. La determinación —para este otro ámbito correcta y lógica— va por el lado de nuevos proyectos (ampliación El Coco-San Ramón, San Ramón-Ciudad Quesada, Barranca-Liberia) pero ¿qué emprendimiento hay para la inmediatez que evidencia el paso por Cartago, la ruta Cartago-Turrialba, Turrialba-Limón? Y San José-Heredia, ¿qué lo retrasa tanto? Y si tantos obstáculos y dilaciones surgen, ¿no es hora de rehabilitar el ferrocarril en una decisión política corajuda que ha de encontrar financiación como se le encuentra para otros egresos menos urgentes?
Las evaluaciones hechas por el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales sobre la materia descarnan hechos que son un baldón para un país que ha presumido de ser vanguardia del desarrollo en el área. ¿Qué hacer en el día a día, con un ministerio desmantelado y con su capacidad fiscalizadora reducida a lo simbólico? ¿Cómo se explica que la ruta 27 se acometiera con sujeción a planos constructivos hechos hace 30 años y por completo desfasados?
Por razones presupuestarias, se dirá. Y ¿es que los hechos actuales no están demostrando que con acuciosidad y malicia indígena podía descubrirse que los peajes existentes dan para más?
La administración de doña Laura anuncia la disposición de empréstitos extranjeros para romper algo de esta simbología del atraso e intenta hallar un patrocinador para conectar con una troncal por el norte las llanuras guanacastecas y la vital zona portuaria de Limón. Pero esto, que tomará varios años, nos expone a las secuelas del colapso vial. A ver, señora Presidenta, cómo encara este reto.

Alvaro Madrigal

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