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COLUMNISTAS


Casi Nada de Producción (CNP)

Pedro Oller [email protected] | Martes 13 mayo, 2008


No quiero atizar la hoguera, pero enhorabuena la actitud que asumió nuestro Presidente en el banquete que le organizó Ortega a Chávez y al que este no tuvo ni siquiera la decencia de asistir. No hay almuerzo gratis y Arias hizo bien separándose de la adhesión a ese cuento que llaman ALBA.

El tema alimentario no se resuelve con $100 millones distribuidos entre todos los participantes a la mal llamada cumbre. Lo están sufriendo igual los mexicanos que los italianos. Basta recordar que en 2007, México tuvo la crisis de la tortilla y ese mismo año, los italianos la crisis de la pasta. Como he escogido dos países absolutamente disímiles, espero superar las consideraciones NAF-CAFTísticas que puedan surgir para los todavía chimados.

Lo cierto es que el problema es mayúsculo y las soluciones, ni son inmediatas ni se reducen a tratados o dinero en subsidios. Lo dijo el relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, quien calificó la situación mundial a finales de abril como una “auténtica tragedia” y responsabilizó a la especulación, a la situación mundial respecto de los hidrocarburos y a las “políticas aberrantes” del FMI de esta situación de aquí a futuro.

¿Qué hacemos nosotros? Mientras algunos, incluso como plataforma electoral, han asumido la populista propuesta de la autosuficiencia alimentaria; los más recatados han reconocido que nuestro país no tiene el territorio suficiente para atender las necesidades de una población que excede los 4 millones de personas.

Lo peor de todo, y esto es absoluta responsabilidad del gobierno actual, es que la promesa de un Ministerio de la Producción se disipó en medio de la campaña del TLC. No solo porque el responsable pasó a dirigirla, sino porque la administración Arias decidió echar al olvido una propuesta que hoy cobra vital importancia.

Si a esto sumamos el fantasma del CNP, que murió hace tiempo pero sigue cobrando parte del presupuesto nacional e insistiendo en sus nocivas prácticas de política y no alimentaria, la cosa está fututa.

Al respecto he de confesar que llegué tarde para tramitar un préstamo de esos 21 que otorgaron de previo al ahora cuestionable parto de la Banca de Desarrollo. Me sentí con todo el derecho pues mi hijo de tres años tiene una matita de frijol creciendo en un vasito plástico, pero el tiempo decidió no coincidirme en la gestión (¡Debieron ser 22!).

Quienes como este cínico, crean que seguimos sin ver ni siquiera esbozos de solución, podrán hacer fila conmigo frente a la Banca de Desarrollo el día que abra, para ver qué peces gordos se llevan lo que corresponde a pesca, qué vacas gordas lo correspondiente a la ganadería y qué matapalos son los que serán beneficiados primero con los préstamos a la agricultura.

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