Caras asimetrías consentidas
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 10 junio, 2010
De cal y de arena
Caras asimetrías consentidas
En la desenfrenada carrera por firmar uno y otro y otro tratado de comercio, Costa Rica fue consintiendo en la supervivencia de las asimetrías existentes en materia de relaciones laborales en Centroamérica. El trato desigual que sus vecinos dan al trascendental asunto de los derechos laborales y las circunstancias que rodean su aplicación son desventaja a la hora de competir, no debidamente corregida en las negociaciones. Los valimientos de nuestra ley en pro del equilibrio y la justicia dentro del contrato laboral, en el vecindario tienen enjutas dimensiones y sufren de una fragilidad política e institucional que impiden su efectivo cumplimiento. Esto explica la contrastante evolución social que se manifiesta en Costa Rica con su amplia gama de derivaciones políticas y económicas.
Sin duda, este patrimonio social tiene un costo que se refleja en el valor de las cosas y servicios que ofrecemos al mercado internacional. Es, en resumen, una asimetría cuya corrección, en virtud de que nadie anda tras su desaparición o dilución, debió formar parte de los puntos irreductibles en la mesa de negociación de los tratados.
No se hizo así; Costa Rica ni siquiera procuró el auditoraje europeo, tan gustado por ellos en los temas sociales y del medio ambiente. Apenas consintió en un pusilánime y calculado compromiso por obra del cual las partes garantizan que sus leyes laborales sean concordantes con los derechos laborales internacionalmente reconocidos, sin pasar a nada más que a sugerir que “procurarán” mejorarlas.
En el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana se afirma el respeto a los derechos laborales internacionalmente reconocidos y expresados en la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales del Trabajo de la OIT que fue ratificada por todos los socios en el CAFTA, aunque no los ocho convenios fundamentales que de tal Declaración se derivan no han sido ratificados por todos.
Sí lo hizo Costa Rica pero Estados Unidos ha adherido solo a dos. En general, este esquema se repite en el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea lo que deja en pie las asimetrías de la oferta de bienes y servicios costarricense afectada por los mayores costos sociales. No hay huella de que los negociadores ticos hayan llevado al extremo la exigencia de superar las asimetrías mediante un esfuerzo para que los vecinos aproximen sus leyes laborales a las nuestras.
No serán necesarios muchos años para sufrir los padecimientos que se derivarán de esta graciosa tolerancia costarricense hacia ese patrón injusto y desequilibrado de las relaciones laborales dominante en Centroamérica. Cierto es que ofreceremos al consumidor europeo bienes y servicios de alta calidad producidos en un ambiente de justicia social y armonía con la naturaleza, y mayor seguridad y certeza jurídica para sus inversiones. Pero debimos haber peleado por que las asimetrías en los costos de producción producidas por la falta de armonización de los estándares laborales, dejen de existir y de provocar desventajas a Costa Rica donde las reglas de juego laborales son más exigentes.
Alvaro Madrigal
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