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COLUMNISTAS


Campaña política y valores de la democracia

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 25 febrero, 2022


Sinceramente

Hemos presenciado un entrecruce de insultos, descalificaciones y acusaciones, que han restado foco, espacio y tiempo al análisis de los problemas del país y de las destrezas de los candidatos para solventarlos. Hemos presenciado ataques a todas las facetas de la personalidad de los candidatos y de su vida de interacción social y de pareja. Ahora presenciamos ataques infundados e injustos contra la institucionalidad electoral.

No hemos presenciado la presentación de sus equipos fundamentales para atender los grandes retos de Costa Rica. Hemos leído y escuchado ataques de uno hacia el otro destruyendo puentes que serán indispensables para la puesta en marcha de planes y proyectos legislativos de mejora nacional.

Hemos visto memes e ilustraciones degradantes y derogatorias para los candidatos, pero no hemos escuchado suficientes soluciones para la reactivación económica, la pobreza y el hambre, la mejora educativa, el desempleo, la reforma del estado, la reducción del gasto público o la mejora del flujo de caja del gobierno que deberá atender deudas de diez billones en los meses por venir.

No ha habido confrontaciones de los equipos sosteniendo sus tesis ni mostrando sus habilidades y destrezas. ¿Habrá alguien que crea que el presidente basta para administrar un estado grande y complejo como el costarricense? ¿Podrán los costarricenses elegir a quien más habla o acusa al otro de cosas horrorosas pero que no ha ensayado respuesta a los grandes retos del país? ¿Será posible imaginar que en una Asamblea Legislativa fraccionada el gobierno electo pueda ver proyectos aprobados si los insultos y acusaciones personales bloquean todo diálogo y toda posibilidad de comunicación positiva entre fuerzas? ¿Es realista insultar primero y pedir favores después?

Ya vivimos gobiernos en los que se eligió un presidente desprovisto del más elemental equipo. Ya vivimos gobiernos en los que se pidieron prestados ministros y presidentes ejecutivos para poder conformar el gabinete. Hemos vivido ocho años estos señalados problemas.

Se está atacando en esta campaña por parte de uno de los grupos la base fundamental de la democracia liberal y representativa de Costa Rica. Se ataca la división de poderes. Se amenaza al Poder Legislativo con pasarle por encima. Se habla de actuar contra el estado de derecho para imponer soluciones a problemas, como si la ruptura del estado de derecho no fuera un problema más grave que cualquier otro que se nos esté presentando.

Se adelantan fraudes electorales debilitando con ello la confianza pública en los mecanismos de elección democrática que tenemos y que son ejemplo en el mundo y envidia de casi todos los demócratas. Estamos jugando de locos. Estamos jugando con fuego. ¿Después de todos estos desaciertos todavía creen que después de elegir volverá la paz y la concordia, la confianza y la estabilidad institucional? Muchos están empujando al país a situaciones extremas con su ligereza y sus “errores” o sus afirmaciones ocurrentes dichas para exaltar al electorado.

Todo en el país y en su institucionalidad es mejorable. Lo que no es remediable en el país es la pérdida de confianza en el sistema que tanto empujan y buscan algunos. Si se pierde la confianza porque se persuade a la población de que el TSE es un desastre y los fraudes electorales están a la orden del día vamos a hechos de violencia incontrolables y el país habrá perdido hasta la paz. Todo problema es sujeto de corregirse, recuperar la confianza es una lucha de titanes.

Hay problemas como el hambre y la miseria que me tienen profundamente preocupado y esos no se analizan tampoco se enuncian soluciones a las mismas. Miseria y hambre deben atenderse con espíritu de urgencia o explotará esa bomba social.

Analicemos problemas y soluciones. Examinemos equipos de trabajo, destrezas y conocimiento de los mismos para enfrentar y resolver nuestras dificultades. Defendamos nuestra libertad y nuestra democracia. Defendamos nuestra capacidad para trabajar libres y sin cortapisas. Enfrentemos las ideas que buscan minar nuestro sistema para que el país dé un salto hacia el vacío en pos de un nuevo sistema desconocido, pero probablemente autoritario o fascistoide. Dejemos de insultar. Discutamos civilizadamente las soluciones a nuestros problemas.

Grave muy grave lo que vivimos. La campaña se desborda emocionalmente y la fuerza de la razón y el calor de los problemas no encuentran el espacio debido para rectificar yerros y omisiones en todo lo vivido en este remolino de populismo.

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