Cambio de parámetros en fiscalización y criterios bancarios
Carlos Camacho [email protected] | Martes 28 abril, 2020
Como consecuencia de la singular situación que vivimos en este momento como humanidad, surgen una serie de retos que son absolutamente inusitados pero que debemos enfrentar en medio de esta turbulencia. Debemos concientizar cada uno para poder abordarlos y en la medida de lo posible, resolverlos.
Dedicaremos esta entrega al análisis de cambios en los parámetros fiscales y financieros como instrumento para la toma de decisiones, en especial de reguladores y regulados del sector financiero.
En cuanto a los parámetros fiscales, debemos considerar el efecto COVID-19 en la determinación de criterios de selección de contribuyentes, para ser fiscalizados. habrá que ser cuidadosos en la selección de los parámetros que están usando, tanto aquellos de inclusión, como los que sugerimos se revisen para su exclusión o redimensionamiento del motivo de selección.
En cuanto a los criterios de inclusión vemos que los fiscos estarán, o deberían estar si actúan con lógica y sensatez, altamente interesados en gestionar procesos intensivos de fiscalización, de los sectores económicos que se han visto favorecidos por esta pandemia, al menos los más evidentes.
Quienes se encuentran en estos sectores deben estar conscientes de la situación y ser cautos en el uso – en particular en el abuso – de los medios para palear las utilidades extraordinarias que se han generado en sus negocios, las cuales tienen características singulares, algunas más sostenibles en el tiempo que otras.
Los fiscos por su parte deben ser prudentes en no querer hacer pesca ilegal con redes a mar abierto. Pueden llegar a ser falsos positivos los que lleguen a capturar en sus procesos de fiscalización, si no segmentan de manera granulada, las características propias de los sujetos a fiscalizar.
Debemos entender que sectores como salud y alimentos son grandes “ganadores” temporales de esta pandemia. La pregunta que debemos plantearnos es si todos los elementos del sector específico, que incluye una variedad múltiple de actividades, está experimentando de manera paritaria esta condición.
Eso dependerá de muchísimos factores, que, de carecerse de la inteligencia adecuada y su aplicación de previo a la selección, puede toparse con que se mezclen productos o servicios de salud, que no son sensibles en igual dirección positiva que los que son más consumidos en los tiempos del Covid-19.
En el sector alimentos encontrarán retos de índole igualmente diverso. Los hábitos de consumo de la población han cambiado de manera importante durante la pandemia. Se seguirán experimentando cambios, conforme los consumidores que tenían capacidad adquisitiva se formen en las filas de los desempleados; teniendo que reconvertir sus canastas de hábitos alimenticios – para quienes tengan la fortuna de lograr darse el lujo de comer – de acuerdo a su nueva condición, que aunque en principio es temporal, su duración es indeterminada en este momento.
Factores de exclusión en salud son aquellos servicios que se han dado en convertirse en postergables por motivos económicos o de las condiciones especiales de prioridades de los centros de prestación de los servicios. Tales como los servicios de odontología, cirugía estética, entre otros, que por sus características simplemente requieren o contacto cercano, o acercan al paciente receptor a factores de riesgo que puede postergar en su uso.
Es decir, tanto en alimentos como en salud podemos ver la gran necesidad de una minuciosa minería para detectar sectores que, fiscalizarlos basados en la premisa de ser ganadores, puede ser imprecisamente peligroso, a la vez de erosivo de la ya de por sí difícil situación, que puedan estar enfrentando algunos de estos agentes económicos.
Un factor que al cierre de este año será crítico, será el efecto que estas distorsiones, tanto positivas como negativas, tendrán en la determinación de comparabilidad de transacciones susceptibles de ser valoradas por metodologías de precios de transferencia, debido a las obligaciones que se establecen en la ley de impuesto sobre la renta y su reglamento.
Es previsible que los factores de comparabilidad tanto interna como externa sean severamente retados a requerir minuciosos medios de documentación de los factores que tuvieron incidencia en estas variaciones positivas o negativas. Los comportamientos de los comparables, tanto internos como externos, provenientes los últimos de bases de datos históricas tendrán serias tareas de efectuar en la medida de lo viable, la comparabilidad exigida por la norma legal y técnica de las guías de la OCDE.
No podemos dejar de enfocar los cambios que se requieren en la parametrización y la visión de riesgo por asumir que los agentes económicos del sector financiero deben, a nuestro criterio, realizar, para poder evitar riesgos sistémicos que puedan convertirse en el fantasma de la profecía autocumplidora.
Los bancos deben entrar con ojos frescos a evaluar a los sujetos de crédito, sin mantenerse en los viejos paradigmas del pánico, prestando solo a quien no lo necesita, por contar con los medios para garantizar de manera apropiada sus operaciones, para dejarlos dormir bien a ellos y a los reguladores.
Pues esta crisis económica requiere de reguladores valientes y banqueros y agentes económicos del sector financiero verdaderamente conocedores del concepto de financiar en tiempos de crisis.
Financiar en tiempos de crisis, con los parámetros tradicionales, es una negativa del crédito en la puerta de la institución financiera. Es un no en el bolsillo para quien realmente lo necesita. El empresario que requiere acceso directo a crédito, o los colaboradores de este que, por la crisis, debieron ser cesados de sus empleos y se encuentran ahora con operaciones financieras activas que sí fueron aceptadas y riesgos que fueron asumidos en condiciones diferentes a las extraordinarias que hoy vivimos. Una cartera que fácilmente se le puede enfermar a los regulados temerosos.
El precio de la falta de coraje y visión de reguladores y regulados en adecuar, no aflojar, los parámetros de otorgamiento de financiamiento de rescate financiero para la pandemia económica, puede llegar a ser la condición de incapacidad de impago de carteras que ya tienen “sanas” los actores del sector financiero.
Empezarán a desmejorarse poco a poco, y por tanto, darán inicio a la caída en pérdidas sistémicas, de los conservadores reguladores y regulados. Es decir, por evitarlo terminarán provocándolo, no de la forma que ven sino de la manera que he descrito.
Todos los elementos están interrelacionados: Sin crédito, no hay producción de bienes o servicios, sin estos no hay empleo, sin empleo no hay consumidores…
Así hasta los negocios saludables a quienes sí les estarían dispuestos a prestar los reguladores y regulados en la visión tradicional, de seleccionar las frutas con caña de pescar, empezarán a ver la caída de sus ingresos. Esto desmejorará las capacidades de generación de nuevos créditos y las entidades se quedarán con sus recursos, pagando rendimientos exiguos a sus ahorrantes, los que queden, sin poder colocar sus recursos, pues sus anacrónicos parámetros les alertan no de riesgo, sino de terror.
Regulados, adecúense a la nueva realidad. Reguladores ubíquense en el rol histórico que les ha correspondido. El libro con el que venían regulando unos y asumiendo riesgos otros, se ha quedado caduco a la realidad de hoy y corresponde a ustedes escribir el nuevo texto de gestión. Tanto reguladores como regulados, tienen en sus manos la importante tarea de dar cuenta a la historia de cómo contribuyeron al éxito o a propiciar el fracaso de sus clientes, los generadores de la riqueza real, no financiera que ustedes administran.
En el entramado económico de la interdependencia de la economía, se requiere de manera muy especial y particular enfocarse en las pequeñas y medianas empresas. Los piñones fundamentales del sistema económico. Estos son los primeros eslabones en los que se fundamenta el empleo e inicia la cadena de valor, hasta desembocar en los grandes conglomerados.
Es decir, en esta interdependencia, al generar un encadenamiento que ayude con condiciones efectivamente accesibles a las PYME, estaremos propiciando el estimulo de la demanda agregada mediante la reducción de la necesidad de cierre y destrucción de unidades de producción y sus consecuentes consecuencias en el empleo.
Es fundamental apreciar la incidencia directa que tiene el destino de las PYMES, no solo en el encadenamiento activo de la producción, sino en los niveles que derivan en la generación de rentas pasivas al sector inmobiliario. Un sistema en manos de fondos de inversión inmobiliaria, que de resfriarse infectará sistémicamente el aparataje financiero. Un aumento en desocupación de locales y comercios por el mal momento de las PYMES se convierte en incapacidad de pago de deudas por parte de los fondos inmobiliarios y por ende, en una infección del sistema financiero.
Reaccionemos antes de que sea demasiado tarde.
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