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Buenos vientos en malos tiempos

Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 18 marzo, 2009


Hablando Claro
Buenos vientos en malos tiempos

Vilma Ibarra

Dos debates muy recientes sobre política institucional y crisis económica, nos hacen recobrar la esperanza sobre la disminuida capacidad de nuestros líderes políticos, sociales y académicos para dialogar y debatir en democracia sin descalificar, sin ofender ni estigmatizar al contrario, lo cual como todos sabemos porque lo vivimos, lamentablemente se agudizó con el referéndum sobre el TLC. Pero ahora, parece que empieza a fluir el aire fresco nuevamente. Tal vez acaso porque efectivamente las crisis representan también vías de oportunidad y estamos de lleno metidos en una crisis que, querámoslo o no, es doblemente desafiante, porque amén del fuerte impacto de la debacle económica de Estados Unidos, pusimos nuestro propio sello con una crisis institucional que ya no es posible seguir soslayando, porque simple y llanamente nos golpea en la cara todos los días.

Me refiero al inicio de los foros sobre una eventual constituyente que organiza la Presidencia de la Asamblea Legislativa, a propósito de los 60 años de la Carta Magna y a los debates sobre la crisis económica mundial y sus impactos en Costa Rica que realizó la semana pasada la Universidad de Costa Rica.
En ambas actividades se invitó a actores con planteamientos ideológicos diversos y divergentes sobre las materias en discusión. En ambas actividades según me cuentan, se replicaron nutridas asistencias y en ambas privó el respeto a todas las posiciones.
Se trata pues de alentadores signos de reactivación del debate democrático que si bien es cierto no constituyen condición suficiente para darnos para nada por satisfechos, sí son requisito necesario como muestras fehacientes de que sí somos capaces de confrontar sanamente nuestras ideas, tesis y posiciones en aras de ir vislumbrando rutas de encuentro que conduzcan a la toma de decisiones que finalmente se traduzcan en políticas públicas acerca de los pasos que estamos obligados a dar. Obligados, porque la democracia lo merece. Obligados porque lo merecen nuestros hijos y nuestros nietos. Obligados porque tenemos un país que vale la pena. Así sin más.

Hoy más que nunca nuestros actores políticos, sociales y académicos están obligados a responder al signo de los tiempos. El rediseño del marco institucional que necesitamos para dirigir adecuadamente las políticas económicas que son esenciales para enfrentar la coyuntura y vislumbrar la reactivación, requieren el concurso de todos. No se valen los argumentos de que el gobierno va de salida. No ha lugar decir que la campaña electoral está encima. Por el contrario, al gobierno le toca redoblar el paso y la campaña será una excelente oportunidad de recuperación del debate democrático si los candidatos presidenciales que surjan de los procesos convencionales de mayo y junio, se posicionan en debates de altura y con temáticas tan diversas como los retos que el país enfrenta.

Y si por la víspera se saca el día y para mayor dosis de esperanza, hay que reconocer el esfuerzo de nuestros diputados de gobierno y oposición por demostrarnos esta semana que es posible la negociación política con miras al interés común, con la aprobación en primer debate del proyecto que habrá de potenciar nuestras capacidades como país para generar más energía hidroeléctrica. Energía limpia.
A pesar del mal tiempo, corren buenos vientos.

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