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Bienvenidos al tren

Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 19 agosto, 2013


Ahora son las grandes compañías de buses, las mismas que no han permitido una mejor distribución de las paradas en San José, las que quieren frenar el ferrocarril


Bienvenidos al tren

Recuerdo la primera vez que viajé en un tren en Costa Rica, tenía 16 años y fui a Puntarenas con mi amigo Rafa. También tengo memoria de mi último paseo a principios de la década de los 80: mi hermano Polo y yo llevamos a nuestra prima Nidia a Limón.
Aunque no existían las rutas 27 y 32 que ahora facilitan el transporte al Pacífico y al Atlántico, se podía llegar a esos destinos por otras carreteras de manera más expedita que por ferrocarril. Sin embargo la experiencia, incómoda por los asientos de madera y eterna por la duración del viaje, se equilibraba con el paisaje a veces majestuoso, otras, pintoresco, algunas, digno de estudios sociales. Las ventas, el colorido, el sonido y el calor acompañaban el gozo.
La razón original que motivó la construcción del ferrocarril, primero al Atlántico, no era el transporte de personas sino de carga. Así, en el siglo XIX, se logró llevar a buen puerto las exportaciones de Costa Rica.
Sin embargo, durante la administración Calderón Fournier se decidió abandonar al tren. Se desatendió totalmente al Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) permitiendo su deterioro. El presidente Figueres Olsen no solo no trató de reactivar los trenes sino que, justificando su acción en las altas deudas del Instituto, hizo lo mismo que con el Banco Anglo Costarricense: lo cerró.
Detrás de la decisión política de sepultar los ferrocarriles había grandes intereses económicos: curiosamente, un alto ministro del gobierno de don Rafael Ángel era el dueño de una de las empresas de transporte de gran volumen (tráileres) más importantes.
Muchos años después, la administración Pacheco, nombró a don Miguel Carabaguíaz como presidente del Incofer. Y ahí llegó el renacimiento, la tarea de recuperación de las vías, el trabajo arduo que nos ha dotado, nuevamente, de un ferrocarril.
El señor Carabaguíaz se ha mantenido en su puesto durante tres gobiernos y ha demostrado, no solo su capacidad de trabajo, sino también su amor por los trenes. No es un político hambriento de poder, ni un funcionario vago queriendo una buena pensión, es un creativo, un apasionado, un caballero que se pone la camiseta de la institución que lidera.
Poco y nada invierte en publicidad el Incofer. Don Miguel sale ante la prensa solo cuando inaugura una nueva estación. Otras instituciones invierten mucho en publicidad y cumplen poco.
Aunque el tren no ha llegado aún a los puertos, (lo cual disminuiría la carga de vehículos pesados en carreteras) el público se ha beneficiado con este transporte público: cuando se ha cerrado la autopista General Cañas, los habitantes de Alajuela han podido llegar a sus hogares desde Heredia.
Pero el poder económico siempre quiere torcer brazos. Ahora son las grandes compañías de buses, las mismas que no han permitido una mejor distribución de las paradas en San José, las que quieren, nuevamente, frenar el ferrocarril.
Manifiesto mi apoyo al señor Carabaguíaz y al Incofer y comparto el estribillo de una canción del emblemático dúo Sui Géneris: “Pueden venir cuántos quieran, que serán tratados bien. Los que estén en el camino, ¡bienvenidos al tren!”


Claudia Barrionuevo

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