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Lunes, 25 de noviembre de 2024



BICENTENARIO COSTA RICA


Bicentenario de Costa Rica: los retos educativos

El primer eje de acción consiste en establecer un sistema educativo abierto, inclusivo y equitativo en el cual nadie se quede atrás

Inés Revuelta Sánchez [email protected] | Viernes 20 agosto, 2021


Bicentenario Educación
Shutterstock/La República


El desarrollo económico y social de Costa Rica ha estado vinculado con uno de los mayores logros de la democracia bicentenaria: la educación gratuita y universal. No obstante, para dilucidar los retos en materia educativa, es importante referir los vastos informes que han venido evidenciando las brechas y exclusiones educativas en nuestro país como lo son el Estado de la Nación y el Estado de la Educación (Conare), así como los elaborados por organismos como la Unesco, la Unicef y el Pnud entre otros.

El primer eje de acción consiste en establecer un sistema educativo abierto, inclusivo y equitativo en el cual nadie se quede atrás, como bien lo estipulan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030. Para ello se requiere articular el sistema educativo con el fin de obtener mayor trazabilidad y detectar quiénes, cómo y dónde están las personas excluidas de la educación formal. Esto es algo que demandan especialmente la Unesco y la Unicef para la retención de la niñez en nuestras aulas.

Otro aspecto medular es la coordinación del sistema educativo para que priorice estrategias efectivas con las familias, las instituciones, la sociedad y las personas sujetas al derecho de la educación. Esto conlleva que las acciones no sean aisladas sino, que sean articuladas en red para que y, sobre todo, los apoyos educativos sean efectivos y conduzcan a mejorar la realidad educativa en beneficio de quienes más lo necesitan.

La pandemia por el Covid-19 desnudó el desigual y pobre acceso al Internet en los centros educativos, en los hogares y en las terminales móviles del estudiantado. El acceso digital, asumido verdaderamente como un derecho humano, debe permitir cerrar las brechas educativas y disminuir la enorme desigualdad entre personas pobres y aquellas con recursos económicos suficientes.

Hay que adicionar un tema que ha sido objeto de discusión recurrente en los últimos años, por no decir décadas, y tiene que ver con revisar la formación docente y los apoyos tanto pedagógicos como didácticos que recibe nuestra comunidad estudiantil, desde la educación preescolar hasta la superior, haciendo hincapié en el acceso a las nuevas tecnologías, el dominio universal de un segundo idioma y el compromiso con el desarrollo humanístico integral.

Nuestra educación ha sido concebida como un derecho humano inalienable, pero debe ser para todas las personas. No es de recibo que mantengamos un sistema excluyente, con amplias brechas educativas que se materializan en las personas de zonas rurales, territorios indígenas, en pobreza y extrema pobreza y sobre todo, afectando más a las niñas, jóvenes y mujeres.

Una educación incluyente, innovadora y de calidad debe ser nuestro primer pacto social del Bicentenario.







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