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Banca de Desarrollo: el dinero no basta

Arturo Jofré [email protected] | Viernes 30 mayo, 2014


Cuando se hablaba de los miles de millones de colones que tenía “el sistema” sin utilizar, la realidad era otra: no se podían utilizar. Era un simple truco de magia financiera


Banca de Desarrollo: el dinero no basta

Cuando se aprobó la ley que crea el Sistema de Banca de Desarrollo (SBD), además de su propósito que es incuestionable, se generó una figura débil en tres aspectos fundamentales.
Los expertos en finanzas sabían que se estaba creando un adefesio, ya que era demasiado obvio que el llamado “peaje bancario” era una burla.
Por eso, cuando se hablaba de los miles de millones de colones que tenía “el sistema” sin utilizar, la realidad era otra: no se podían utilizar. Era un simple truco de magia financiera.
Si bien el SBD se alimenta de varias fuentes económicas, como el Fondo Nacional de Desarrollo (FINADE), el aporte de la banca estatal (FOFIDE), y el 15% del presupuesto del INA, era el “peaje bancario” la corona del sistema.
El fracaso del famoso “peaje” y la amplia discusión sobre la forma de reemplazarlo, dejó ocultas las otras dos debilidades del sistema. Partamos de la premisa de que finalmente se logra despejar el camino financiero y la Asamblea aprueba la reforma, entonces aparecerán como fantasmas las otras debilidades.
Una de esas debilidades la representan la gran cantidad de organizaciones que deambulan con programas aislados, tradicionales, poco eficaces y sin información consolidada. Ahí tenemos un buen número de instituciones públicas, privadas, bancos, asociaciones, fundaciones, universidades, remando a la deriva.
El “sistema” de Banca de Desarrollo busca propósitos mucho más amplios que el accionar bancario, pero no se ha podido diseñar ni construir un sistema como tal. Hay muchos actores dispersos haciendo “cositas”.
La tercera debilidad es el órgano rector del “sistema”. Es un órgano débil, con escaso poder, sin responder a un programa nacional robusto de emprendedurismo y apoyo integral a las mipymes, como ocurre en otros países exitosos en este campo. La estructura y poder de ese órgano lo hace inocuo.
Las reformas en estos dos últimos frentes son tímidas y no de fondo. Nada importante cambiará. Todo hace prever que podemos repetir lo que ha ocurrido con otros desafíos nacionales, en que la falta de un sólido y fuerte engranaje macro, ha terminado en el fracaso del propósito mismo que se deseaba alcanzar.
El caso más típico es el desafío de la pobreza, donde los miles de millones de colones nunca llegan a su destino final, a pesar de tantos programas contra la pobreza que ha habido.
Como decía ese gran gurú, Peter F. Drucker, cuando somos incapaces de diseñar una estructura eficaz, dejamos todo en manos de la coordinación posterior. El SBD parte de ese supuesto erróneo.
Si bien sin un respaldo económico sólido este desafío nacional no es viable, igualmente se requiere un sistema eficaz que facilite, apoye y promueva la micro, pequeña y mediana empresa.
Como lo señalan los analistas del Banco Mundial: “Las pequeñas y medianas empresas son los principales motores de la competencia, el crecimiento y la creación de empleo, sobre todo en economías en desarrollo”. Así sea.

Arturo Jofré

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