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Aspectos claves a tener en cuenta en una transición energética

Roberto Dobles [email protected] | Lunes 28 enero, 2019


Las transiciones energéticas son procesos de cambio estructural continuo que potencian el desarrollo y el progreso económico y social de los países. Para tener éxito, es necesario tener claros varios aspectos claves.

El primer aspecto tiene que ver con la amplitud del impacto que se debe buscar. Como bien lo señala Robert Hefner en su libro “The Grand Energy Transition”, “durante toda la historia de la civilización, cada fuente de energía nueva que se introdujo fue superior con mayores usos y mejoraron la sociedad de muchas maneras. Cada fuente de energía nueva le brindó a la sociedad una gran cantidad de nuevas eficiencias y una explosión de nuevas tecnologías que impulsaron un nuevo crecimiento económico inimaginable previamente, así como una mejora ambiental y una mejor calidad de vida en un mundo más moderno y sofisticado”.

El segundo aspecto a tener en cuenta es la magnitud del esfuerzo y la continuidad a través del tiempo. Por su naturaleza misma, las transiciones son procesos de cambio estructural complejos e intensivos en capital y en tiempo (décadas).

El tercer aspecto a tener en cuenta es que no se trata solamente de un problema energético. Como lo han indicado muchos otros estudios, un estudio publicado hace poco por el Oxford Institute for Energy Studies de la Universidad de Oxford confirma una vez más que la transición energética y la descarbonización asociada son procesos que “Van más allá del reemplazo de una fuente de energía por otra”.

Este estudio señala también que “En esencia, la transición energética implica cambios en tres dimensiones interrelacionadas: (i) los elementos tangibles del sistema energético, que incluyen la tecnología, la infraestructura, el mercado, los equipos de producción, los patrones de consumo y las cadenas de distribución; (ii) los actores y su conducta, que incluyen las nuevas estrategias y los patrones de inversión, así como el cambio de las coaliciones y las capacidades de los actores; y (iii) los regímenes socio-técnicos que contienen las regulaciones, las políticas formales y las instituciones, así como la mentalidad y las creencias de la gente y las opiniones sobre la normalidad y las prácticas sociales”.

El cuarto aspecto tiene que ver con los factores que verdaderamente impulsan el cambio. Contrario a lo que algunos políticos y burócratas piensan, los continuos adelantos tecnológicos son la principal fuerza que está induciendo en el mundo una clara evolución energética y son los que están determinando cuáles son las fuentes de energía que serán las ganadoras y las perdedoras más probables en el futuro.

La continua evolución tecnológica ha sido y es el gran impulsor que provoca dos procesos que son fundamentales para que ocurra la transición energética:

  • El surgimiento y aprovechamiento comercial de las nuevas fuentes de energía.
  • La reducción de los costos de la energía (que es fundamental para que suceda el desplazamiento actual y futuro de las fuentes de energía más caras y de menor valor para la sociedad por las nuevas que están emergiendo).

El quinto aspecto tiene que ver con la competencia como mecanismo para impulsar y acelerar la transición energética. Complementariamente al aprovechamiento eficiente y eficaz de los continuos adelantos tecnológicos y otros aspectos, la evidencia en el mundo muestra que las transiciones energéticas son impulsadas también por la competencia entre las fuentes de energía y entre los proveedores de esas fuentes.

Uno de los más recientes estudios sobre la transición energética mundial y regional, “BP Energy Outlook, 2018 Edition”, constata esta situación y señala lo siguiente: “Estamos viendo una creciente competencia entre las diferentes fuentes de energía, impulsada por los abundantes suministros de energía y las continuas mejoras en la eficiencia energética”.

El sexto aspecto tiene que ver con la diversificación como parte de la transición energética. La competencia entre fuentes de energía acelera también la diversificación energética. Sobre este tema, el estudio anterior de BP señala que “La mezcla mundial de fuentes de energía (matriz energética) prevista para el 2040 será la más diversificada jamás vista”.

El séptimo aspecto tiene que ver con los costos de la energía. La evidencia en el mundo muestra igualmente que para que la transición energética se dé exitosamente, las nuevas fuentes de energía deben tener un costo menor al costo de las fuentes de energía tradicionales. De lo contrario, los consumidores no harán el cambio.

A pesar de lo anterior, la energía producida en el país es cada vez más cara, lo cual obstaculiza la transición energética. Esta es una de las razones por las que en Costa Rica no se ha venido dando ninguna transición.

Al deteriorarse la competitividad energética nacional con respecto a la de otros países con los que competimos en el comercio internacional y por atraer la necesaria inversión externa, el desarrollo económico y social nacional también se ve afectado.

El octavo aspecto tiene que ver con las maneras que se seleccionan para impulsar la transición energética. En Costa Rica se están dando dos maneras que no existen en el mundo y que la evidencia demuestra que no están funcionando. Estas dos formas de impulsar el cambio aquí son los siguientes:

  • Los políticos y los burócratas del Estado son los que escogen a dedo cuáles son las fuentes de energía que se impulsarán en el país y cuáles no. Y además lo hacen sin contar con los estudios técnicos, económicos y financieros rigurosos y suficientes que son necesarios.
  • Los monopolios energéticos estatales actuales son los que deben impulsar la transición y no la competencia entre las fuentes de energía y los proveedores, como está ocurriendo en los países exitosos en el mundo donde sí se está dando la transición energética.

Las consecuencias de no entender bien la dinámica y la sinergia que debe existir entre aspectos claves para impulsar una transición energética exitosa en el país y lo que se requiere para potenciar las capacidades nacionales para este fin son las siguientes:

  • El consumo de energía no renovable importada (derivados de petróleo) es altamente dominante en el país (casi las dos terceras partes del consumo energético nacional).
  • El consumo de los derivados de petróleo importados sigue creciendo más rápidamente que cualquier otra fuente de energía y este crecimiento tiene un ritmo superior al del consumo de energía renovable nacional (cada vez más cara).
  • El consumo petrolero nacional sigue creciendo a un ritmo mucho mayor que el consumo promedio mundial de derivados de petróleo.
  • La dependencia del petróleo explorado, producido y refinado en el extranjero es el doble que la dependencia petrolera promedio mundial.
  • Las crecientes importaciones petroleras conllevan además a enormes transferencias de recursos fiscales y de divisas al exterior, los cuales nos hacen mucha falta aquí, y también le resta recursos a la transición energética.
  • Las emisiones al ambiente siguen creciendo, como bien lo señala un informe Estado de la Nación: “La matriz energética acumula ya varias décadas sin avances significativos, lo que conlleva a crecientes emisiones de gases y altos costos en términos de calidad del aire, huella de carbono y factura petrolera, entre otros”.

En conclusión, la transición energética nacional seguirá estancada en el país si se continúa con las mismas políticas y las mismas estrategias que ya han demostrado que no tienen ningún efecto y que más bien han estado creando un retroceso y un debilitamiento del desarrollo económico y social.





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