Así fue como lo hicieron
Candilejas [email protected] | Viernes 10 agosto, 2018
Por caminos diferentes Tere y Andrea lograron dedicarse a lo que más les gusta. ¿Cómo lo lograron?
Cuando niñas, la hermana de Andrea Fernández traía a casa dibujos que hacía en el kínder. Andrea los veía y la imitaba.
Sentía el impulso de dibujar y seguramente lo hacía bien porque a los nueve años de edad su maestra la invitó a participar en un concurso de dibujo en su escuela y obtuvo el tercer lugar en la premiación.
“Seguí participando en concursos, incluso uno que fue valorado y premiado en Japón, donde obtuve el Premio Medalla de Oro Supremo, que era el mejor”, nos cuenta.
Ella siguió un proceso autodidacta, que ocurre cuando una persona se instruye a sí misma, y así se convirtió en una pintora naif.
Se le llama arte naif a una obra artística que se caracteriza por reflejar la realidad con deliberada ingenuidad, aparentemente infantil, con poesía y simplicidad.
En el caso de Tere Agüero, el ambiente en su casa también la acercó al arte y la creatividad desde muy pequeña.
Su padre se lo pasaba inventando herramientas nuevas y su madre era muy creativa en la cocina.
Con ese ejemplo, Tere empezó desde muy pequeña a jugar haciendo figuritas en barro. Comenzaba así su andar como futura escultora.
Tere decidió formarse en la academia y para ello entró a estudiar artes a la Escuela de Arte y Comunicación Visual de la Universidad Nacional.
“Ahí mi profesor de escultura fue Aquiles Jiménez y el me enseñó todo lo que se. Fue mi maestro”, explica Tere.
Hoy las esculturas de esta artista son muy orgánicas, tienen muchas formas que se relacionan con la naturaleza.
En algunas se ven procesos de crecimiento y también hay metamorfosis, hay obras que muestran el deseo de liberación y otras expresan el refugio o el nacimiento.
Todas mantienen una línea muy estrecha de la relación humana con la naturaleza.
“Mis obras representan ciclos de la vida, nunca en la universidad me impusieron temas. Mi profesor es muy libre” resalta Tere.
Pero volviendo a Andrea Fernández, quién trabaja mayormente utilizando lápices de color, sus dibujos seguían siendo – a sus 15 años – aparentemente como los de un niño, hasta que su profesora de artes plásticas le explicó que ella hacía arte naif.
Hoy Andrea imagina y dibuja escenas y personajes que remiten a importantes valores y sentimientos, como un cuadro con elefantitos que tiene que ver con la adopción, y otro que muestra a dos castores en el agua en donde el padre educa al pequeño castor y le enseña a ser esforzado y valiente.
Esta creadora hace también obras que reflejan aspectos de la tradición cultural de Costa Rica, pero “no las casitas tradicionales, sino múltiples actividades de nuestra cultura, como las corridas de toros en Zapote o las mascaradas entre muchas otras” aclara Andrea.
A Tere, por su parte, tan interesada e inspirada en la naturaleza en relación con los seres humanos, le encanta encontrar elementos como la madera u otros que la mueven a desarrollar una idea que desea comunicar y a crear ensambles con madera, piedra y resinas.
Dos mujeres. Dos artistas que por caminos diferentes lograron dedicarse a lo que más les atrae. Un privilegio que no todas las personas disfrutan
Ahora, durante este mes de agosto, si usted tiene curiosidad de ver las obras de Tere y Andrea, puede hacerlo de lunes a viernes, de 8 am. a 3 pm. en la Sala de Exposiciones del Instituto Nacional de Aprendizaje INA, en su sede central de la Uruca.
Una más de las muestras que el INA ofrece para acercar a sus estudiantes, a sus colaboradores y al público en general, al arte.
Un acierto de una entidad que forma en carreras técnicas, pero busca, mediante las muestras de arte, despertar la creatividad y deseo de innovación.
Carmen Juncos
Editora Jefa y Directora de proyectos