Antiguas, hermosas y valiosas
Candilejas [email protected] | Viernes 20 octubre, 2017
Los diseñadores de hoy pueden inspirarse en la belleza de nuestro legado artístico prehistórico. Toda una estética para identificarnos en el mundo.
Los estudiantes de diseño, en busca de un lenguaje propio pueden encontrarlo en esas ricas fuentes.
Lo que el artista plástico Jorge Jiménez Deredia describe como el gran laboratorio humano de las culturas.
Un ejemplo de esto son los diseños y decorados chorotegas de la cerámica de Guaitil.
“No se trata de una recuperación formal arqueológica, sino de entender la propia identidad cultural como el primer paso para comprender nuestra herencia a través del diseño”, dice Rodolfo Mejías Cubero, profesor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica, en la “Revista Káñina” de esa institución.
Aunque en los últimos tiempos, las tradiciones culturales de las etnias latinoamericanas enfrentan algún peligro de ser absorbidas por la globalización, se evidencia que las culturas indígenas siguen vigentes y continúan adaptándose a los cambios.
Esto se manifiesta en sus prácticas musicales, agroalimentarias y artesanales.
En Costa Rica, comunidades como Guaitil y San Vicente, en el cantón de Nicoya, Guanacaste, han logrado conservar su tradición artística alfarera mediante la adaptación a las condiciones del mercado globalizado.
Con ello, han venido consolidando una actividad económica que orienta el sistema local interno y la generación de empleo.
En esa zona de nuestro país, la herencia de la cultura autóctona se atesora debido a que hubo un relevo intergeneracional que garantizó la conservación de la forma de producción, los materiales y la estética propias de los Chorotegas en esa región.
Por la escasez de utensilios de aluminio y metal, producto de la demanda de estos metales para la producción armamentista durante la Segunda Guerra Mundial, a finales de las décadas de los años 40 y 50, los pobladores de Guaitil y San Vicente se dieron a conocer en el país por su producción de tinajas y cacerolas de barro cocido.
Al inicio eran únicamente las mujeres quienes se dedicaban a la elaboración de esas lozas utilitarias. Las mujeres y hombres de más edad recuerdan cómo la actividad la aprendieron de sus abuelas y madres.
Pero durante las “vacas gordas” que experimentó la producción en la región durante 1940 - 1950, los primeros niños y jóvenes varones aprendieron este arte.
Y con la creación de cooperativas de artesanas y por la naciente actividad turística en la zona guanacasteca, creció la demanda alfarera que trajo como consecuencia la incorporación de varones artesanos.
Los hombres empezaron a reconocer el valor comercial de la cerámica y esto contribuyó a generar un interés creciente en su participación.
La cerámica de gran belleza, monocromada y policromada de esas zonas de Nicoya tiene su origen en la confeccionada desde los tiempos del cacicazgo chorotega.
Si bien es cierto que las actuales técnicas de elaboración han tenido algunas modificaciones con respecto a la práctica original indígena, esta conserva esencialmente sus ingredientes principales.
Esto es, la arcilla y la denominada “arena iguana”, que le da forma a la vasija así como el “curiol”, pintura natural que le da vida y matices a las piezas, según lo sostienen los investigadores de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional (UNA),Yanina Pizarro y Jorge Marchena.
Para una protección legal y comercial de la cerámica de Guaitil y de San Vicente, el Centro de apoyo para el desarrollo de denominaciones de origen y sellos de calidad de productos agroalimentarios y artesanales, CadenAgro, de la UNA, han venido acompañando a las personas artesanas de esas comunidades, para elaborar los estudios técnicos que, según la legislación vigente en Costa Rica, son requeridos para certificar esta cerámica como una denominación de origen.
Es decir, un tipo de indicación geográfica aplicada a un producto, cuya calidad y características se deben, fundamental y exclusivamente al medio geográfico en el que se produce, transforma, elabora y/o envasa.
Recientemente, tanto en San Vicente como en Guaitil, se ha proliferado el motivo ecológico junto con una decoración tradicional que se mantiene.
Se han dado importantes innovaciones técnicas y sociales, las cuales no han alterado la esencia de la tradición.
Por ello, si usted quiere unirse a los miles de turistas que viajan durante muchas horas de avión para venir a conocer estas y otras tradiciones de Costa Rica, visite Guaitil y regrese con sus propias artesanías originales de la zona.
Carmen Juncos y Ricardo Sossa
Editores jefes y Directores de proyectos
Fuentes:Wikipedia, recogido de https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/kanina/article/viewFile/714/777 , https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/herencia/article/download/10049/9451