Anti-política, fariseísmo y fingimiento
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 17 agosto, 2020
¡Mientras la casa está en llamas la familia discute si esta sucia la mesa de la cocina, y afanosos algunos tratan de tapar la mesa con un limpión!
Qué tristeza que se privilegie la anti-política, el fariseísmo y el fingimiento en medio del enorme dolor que sufren 551.373 personas sin empleo, 269.434 de ellas mujeres y miles jefas de hogar; en medio del COVID-19 que nos mata, nos encierra en nuestros hogares y nos aísla del calor de trato de familiares y amigos; en medio de las crisis fiscal, económica, social y política que oscurecen nuestro futuro y abruman nuestro presente; en medio de un mundo en el que la incertidumbre se agiganta como un monstruo que engendra miedo sobre salud, vida y bienestar.
El fariseísmo y el fingimiento que hoy ocupan y distraen a los medios de comunicación, a las redes sociales, a las autoridades y a los partidos de oposición, es el fruto de la anti-política del pasado que se levanta contra sus propios creadores.
Algunos políticos desde la última década del siglo pasado construyeron sus triunfos denostando a los partidos y a los políticos. Todos -salvo ellos- fueron estigmatizados como corruptos. Comerse una galleta maría en una reunión de trabajo de funcionarios se convirtió en un vicio imperdonable. Quien tal atrocidad cometiera debería ser sancionado por enriquecimiento ilícito. La legislación penal creció y se convirtió en la legislación contra los funcionarios públicos.
José Miguel Corrales y Ottón Solís encabezaron la cruzada anti-politica. La Nación y Canal 7 engrosaron sus arcas sumándose a tan encarnizada lucha aprovechando el apetito público por las noticias que estimulan su morbo. Todo triunfo, salvo el originado en la farándula o los deportes, ante la opinión pública se convirtió en fruto de la corrupción.
Muy pocas personas, y casi ningún político, se atrevieron a enfrentar esa cruzada, no fuera que se les tildara directamente de corruptos por defender a los que -generalizando- como a tales se denigraba. La mayoría de los políticos -recuerdo a la mayoría de los integrantes de la Asamblea Legislativa de 2002-2006- prefirieron unirse a esa cruzada para salvar “el número uno”. Otros medios de comunicación se unieron a la rentable campaña, y las redes sociales magnificaron las acusaciones sin fundamento.
El PAC surgió y creció sobre esa incontenible ola.
Y le llegó la hora de su triunfo electoral.
Y desde entonces el PAC experimenta los ataques de su criatura, como le ocurrió al Doctor Víctor Frankenstein.
Puede ser inoportuno que en medio de las restricciones de zonas amarillas y anaranjadas el Presidente y su familia tomen un merecido descanso y se alejen al menos de la inmediatez del estresante ejercicio de su cargo, que se vive veinticuatro horas los siete días de la semana. Pero hacerlo no debería ameritar más que -a lo sumo- una nota social de un par de centímetros en un medio escrito, o de unos segundos en un medio radial o televisivo.
Que un Ministro que es amigo del Presidente y que tiene medios lo invite a compartir un descanso de fin de semana no debería agregarle ni una letra ni un segundo a la nota social sobre ese evento.
Pero no. Ahora acapara la atención pública.
Tal es la trascendencia de la anti-política que sus creadores se convierten al fariseísmo. En vez de transparentemente anunciar el descanso que tomará con todo derecho el Presidente, y la invitación de su Ministro, se actúa a escondidas. Se comen la galleta, pero lo pretenden hacer ocultos.
Eso por si mismo es censurable. Pero luego viene lo peor. El aparente fingimiento.
Ahora se trata de hacernos creer que el Sr. Presidente, que es un profesional con ingresos limitados, se gasta miles de dólares en una vacación de 3 días y que su Ministro, que es un gran empresario a quien debemos admirar por sus muchos éxitos, le cobra por movilizarse en un helicóptero del que es socio, y que es para el uso de los socios.
El Ministerio Público se excusa del largo tiempo que le toma hacer sus investigaciones por que le faltan recursos, y sin embargo los dedica a investigar este caso.
¡Mientras la casa está en llamas la familia discute si está sucia la mesa de la cocina, afanosos algunos tratan de tapar la mesa con un limpión, y otros tratan de esclarecer el origen de la mancha!
A esto nos ha llevado la anti-politica del PAC.
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