¡Anestesia, por favor!
Luis Alberto Muñoz [email protected] | Viernes 02 diciembre, 2011


¡Anestesia, por favor!
Huelga de motos, gasolineras cerradas, anestesiólogos y médicos de brazos caídos, aunque pareciera sacado de una novela de realismo mágico, tristemente es lo que vivimos en los últimos días en Costa Rica.
Esto sucede mientras la tarjeta de millas presidenciales se prepara para recibir su próximo viaje a Japón. Ya acumula entre sus destinos recientes, Suiza, Nueva York, México, Estados Unidos, España y otros.
El país parece de pies a cabeza, sin brújula, ni norte, simplemente van reventando los problemas, uno tras otro.
Sin dudas se necesita una fuerte dosis de anestesia para digerir esto, pero sobre todo para vivirlo y no sentir dolor por la suerte de Costa Rica.
Cualquier grupo paraliza el país, afecta las libertades individuales de los ciudadanos honrados que luchan trabajando por construir una sociedad mejor, quienes a su vez hoy son el objetivo de los voraces políticos de turno que ante su falta de disciplina fiscal apuntan con la ametralladora de más impuestos.
La gran pregunta es, ¿más tributos para qué?, para alimentar un Estado glotón que simplemente crece y crece sin control en salarios, incentivos, preferencias y convenciones colectivas.
A esto hay que sumarle una lista imperiosa de al menos unos 20 servicios públicos que sigilosamente esperan aumento, estratégicamente coordinado entre los aires de aguinaldo y fiestas de fin de año.
Los “ajustes” vendrán de golpe, en muchos casos para engordar instituciones que ya acumulan superávits, pues ni tienen capacidad de gastar todo lo que piden.
¡Anestesia, por favor!
Y a esta tramoya, ahora hay que sumarle la fiesta de conmemoración de los 70 años del Seguro Social, actos en los cuales se han empezado a destacar los médicos, por supuesto en solidaridad con los anestesiólogos, quienes reclaman por sus pluses salariales y beneficios vacacionales.
En tanto, miles de enfermos han tenido que padecer sin anestesia sus enfermedades, mientras ellos reivindican sus beneficios gremiales. Todo se reduce a dinero.
¿En todo caso, para qué se estudia medicina hoy en día?
Claro ejemplo de las leyes de mercado que hoy gobiernan hasta el corazón de la solidaridad costarricense.
Por supuesto, también existen médicos buenos.
Al menos a ellos recurro, pues necesito mucha anestesia para soportar esta mezquina realidad.
Luis Alberto Muñoz
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