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Amor personal y eficiencia institucional, claves para el éxito de los hogares para ancianos

Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 22 mayo, 2023


Conocí del Hogar de Ancianos Asociación Vicentina de Escazú cuando tuve una visita de don Ramón Banet, quien lo hizo para solicitar mi colaboración para su construcción que levantaban en San Antonio de Escazú. Don Ramón, un ingeniero español con gran corazón y enorme energía, fue el motor del Club Rotario que ayudó a levantar sus magníficas instalaciones actuales. Unas edificaciones expresamente diseñadas para cumplir con el propósito de brindar un sitio agradable y funcional para hospedar personas que necesitan un lugar donde disfrutar su ancianidad.

El Hogar de Ancianos de Escazú, como se le conoce, nació en 1971 promovido por las Damas Vicentinas de ese Cantón con el apoyo de la Iglesia Católica.

Por muchos años se dedicó exclusivamente a atender viejitos y viejitas que requerían de la ayuda de la comunidad por su carencia de recursos, era una obra 100% para el bien social, como era la norma con todos los hogares de ancianos.

Las Damas Vicentinas iniciaron las labores del Hogar en una casa alquilada en San Miguel, el Centro de Escazú. Obtuvieron el lote en San Antonio donde se levantaron las actuales instalaciones.

Los Hogares se atendían con los aportes de las comunidades, y con los limitados recursos que proveía el gobierno y que se vieron incrementados con La Ley Integral del Adulto Mayor y los Impuestos a cigarrillos y licores que se aprobaron durante mi gobierno. Pero los servicios eran muy limitados.

Muchos años después volví a estar en contacto con el Hogar de Ancianos de Escazú.

Cuando murió mi querida suegra, Lorena con amor de hermana y con su espíritu de ayuda a los demás, asumió el cuido de su hermano Manuelito, que desde su nacimiento es una persona con discapacidad y es de mí misma edad.

Manuelito vivía entonces ya por muchos años en la casa de Jorge Marín que era el guarda de la casa de doña Marielena. Allí los papás de Manuelito habían construido un apartamentito y Olga la esposa de Jorge lo atendía. Durante el día Manuelito se manejaba andando por Escazú, visitando el Country Club, y muchos días de la semana en nuestra casa donde frecuentemente almuerza, y con quien salimos a tomar café o a la Santa Misa.

Pero con el paso de los años se hizo muy difícil atender a Manuelito quien es muy corpulento, y que fue perdiendo movilidad. Había que buscar un lugar donde pudiera ser atendido más profesionalmente dadas sus condiciones.

Lorena empezó a buscar una solución. Y claro consultó a nuestro admirado amigo el Dr. Fernando Morales quien nos recomendó varias alternativas, y volví a entrar en contacto con el Hogar de Ancianos de Escazú, donde desde hace ya 9 años vive Manuelito.

Allí conocimos a doña Rosa Arroyo, la Directora de esa institución desde 2008 y quien hace pocos días se retiró, después de llevar a cabo una maravillosa tarea.

Doña Rosa desde hace 15 años ha sido una enorme bendición para ese Hogar

Llegó preparada por una fructífera vida de aprender, hacer y ayudar. Es una mujer apasionada, amorosa, capaz, luchadora. Como ella me ha dicho, se pone la camiseta de una institución y la suda.

Había aplicado en Supermercados Periféricos sus conocimientos de administración de empresas y contabilidad por 12 años, y se había compenetrado del empuje empresarial y la audacia del recordado Oscar Saborío. Su experiencia gerencial se había expandido en una empresa de construcción, en otra de transporte público de personas y en asesorías a pequeñas empresas.

A la par de su desarrollo profesional desde 1999 se había unido a colaborar con la Cruzada Nacional de Protección al Anciano, y brindaba servicios a diversos hogares de ancianos, desarrollando su impactante vocación de cuido a personas con las que comparto esa fase de la vida.

Rosa llegó a encargarse de esta querida institución cuando sufría dificultades en su administración y carencias que eran entonces comunes a la mayoría de los hogares de ancianos. Estaba a las puertas de su cierre por órdenes del Ministerio de Salud. Solo había un enfermero que laboraba de cuando en cuando. No había un médico geriatra encargado, ni terapistas físicos ni ocupacionales de planta. Solo atendía a 22 personas. Algunos medios de comunicación venían denunciando públicamente sus carencias.

En poco tiempo Rosa puso el Hogar en orden.

Duplicó su ocupación a 42 personas. Obtuvo desde el principio de sus funciones el apoyo del Dr. Milton Gutiérrez médico geriatra, luego el apoyo del sicólogo de planta Juan Carlos Freer, enfermeros que brindan atención las 24 horas y terapeutas que dan servicios diarios.

Se desarrolló la atención de salud, la alimentación, los cuidos diarios, los servicios diversos a los ancianos y la pulcritud y eficiencia de la administración hasta llegar a la excelente calidad que hoy tienen.

Y se impregnó toda actividad en ese Hogar de los rasgos cristianos en el servicio y el amor a ancianos y ancianas que las fundadoras vicentinas siempre quisieron impregnarle. Un 40% de las personas atendidas son 100% de bienestar social. Los que podemos pagar colaboramos a poder atenderlos sin diferencia en el trato.

Lorena y yo, y los familiares de las personas que viven en el Hogar de Ancianos de Escazú somos testigos del cariño, la dedicación, el amor que Rosa ha impregnado a esa casa.

A la eficiencia del personal y la calidad excelente de los servicios se une la exquisitez del trato que los huéspedes reciben.

Las varias celebraciones para navidad y año nuevo, y para diversas fechas durante el año, los paseos que se realizan, las misas que se celebran en la bella capilla, las actividades de entretenimiento diarias, actividades en las que con Lorena he tenido la dicha de participar son admirables principalmente por la manera como el personal trata a viejitas y viejitos.

Para Manuelito doña Rosa ha sido como una verdadera madre. Ahora que se retiró Manuelito le dijo a Rosa, “voy a creer que se va de vacaciones”

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