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Algo huele mal en Palmares

Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 05 enero, 2012



De cal y de arena
Algo huele mal en Palmares

El Banco Nacional de Costa Rica está en los primeros puestos del conglomerado empresarial del istmo centroamericano. Su prestigio es grande, sólido, bien ganado. No le viene bien, en consecuencia, que se destape en todos sus extremos algo que se dio en su agencia de Palmares, con claros ribetes delictivos y con todas las características de una infantil maniobra resultante de controles laxos y supervisión rutinaria, a resultas del cual la institución se jugó una aventura financiera que puede que al final no le resulte tan cara, aunque sí sea penoso expediente de torpezas que le llevará a la biblioteca de la escuela de párvulos donde se estudia el ABC de la banca. Interpreto, por eso, que ese Banco que tuvo un papel determinante en coadyuvar a la forja de la democracia económica costarricense (cuando la prioridad no estaba en estratosféricas ganancias), quiera bajarle el diapasón al caso y que, además, su Gerente General, don Fernando Naranjo Villalobos, (LA REPUBLICA, 31/12/11) no quiera alzarles los fustanes a los altos cargos que entre 2007 y 2010 cuando él no estaba en el Banco debieron FISCALIZAR, más que ver, aquella forma de gestión.
Es importante saber si la Agencia de Palmares validó las hipotecas por el 100% de las deudas. No es lo reglamentario y como excepción es para casos muy calificados. Si los bienes hipotecados se valoraron tan alto como para responder por el 100% del crédito, tan fabulosos inmuebles no eximen, aun así, de riesgos al Banco por fallidas operaciones que le obligan a adjudicárselos, con un oneroso manejo. Por aquí vienen pérdidas que inciden en la solvencia y la liquidez, no para exponerlo a la quiebra pero sí para advertir de una peligrosa forma de gestión que quizá se origine en favorecimientos de maloliente origen. Imperdonable fue que el Banco antes no investigara a fondo el caso y no denunciara los hechos al Ministerio Público sino en 2010. Aun así, si la “aventura de Palmares” cuajó en 2007 ¿por qué las anomalías incubadas en un préstamo ni más ni menos que de ¢15 mil millones, se identificaron tan tarde? Ergo, don Fernando Naranjo no debería hablar de actuación “diligente y proactiva” ante la comisión de un fraude lesivo para más de 500 deudores, para el Banco y su prestigio, pues todo apunta a flácida diligencia preventiva sobre todo en el manejo de los avalúos y de un desembolso “de a sopapo” que facilita la fuga del deudor. Hay que determinar si cabe hablar de “créditos morosos” ello es cuestión rutinaria y propia del giro interno cuando lo que identificó la Auditoría fueron anomalías con cara de delito, razón para denunciarlas ante el Ministerio Público. Y precisar también si ante el impacto financiero de los créditos desatendidos cabe hablar de otra cosa que no sea su asimilación dentro de la gestión normal del Banco en términos que no afecten su liquidez o su solvencia. Está claro que el Nacional no va a quebrar pero casos tan burdos como la “aventura de Palmares” empañan su prestigio y buena fama. ¿O no don Fernando?

Alvaro Madrigal

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