Al fumar cigarrillos se pierde vida
El tabaquismo es la segunda causa mundial de muerte y son sus víctimas no solo los consumidores de cigarrillos sino también quienes sufren las consecuencias por ser fumadores pasivos
Redacción La República [email protected] | Martes 01 junio, 2010
Los costarricenses, que nos distinguimos en el mundo por ciertas particularidades de las cuales nos enorgullecemos, no hemos podido aún dar una muestra de diferencia anunciando que hemos convertido nuestros espacios públicos (y ojalá nuestros hogares), en gran medida, en un territorio libre del humo de los cigarrillos. Esto guardaría coherencia con nuestra defensa del ambiente al preservar la posibilidad de que las personas respiren un aire no contaminado. Pero constituye una responsabilidad de todos.
Esto sería noticia mundial en medio del concierto de naciones donde la gente, más allá de su nivel educativo, no ha dejado de atentar contra sí misma manteniendo el consumo de cigarrillos. El tabaquismo es la segunda causa mundial de muerte de acuerdo con la Organización Mundial de la salud y son sus víctimas no solo los consumidores de cigarrillos sino también quienes sufren las consecuencias por ser fumadores pasivos.
El tabaquismo es responsable de una de cada diez muertes entre los adultos. A pesar de estos datos tan contundentes, las personas insisten en esa forma de suicidio lento.
Establecer el 31 de mayo como Día Mundial sin Tabaco es una forma de señalar los riesgos que supone el consumo de cigarrillos para la salud. Pero además en Costa Rica estamos ante un proyecto de ley, presentado hace más de un año a la Asamblea Legislativa y que propone nuevas medidas para intentar desestimular y regular el consumo de tabaco.
Este está directamente asociado con el origen de 13 tipos de cáncer y al menos, el 50% de las muertes registradas en Costa Rica, se produce por enfermedades atribuidas al consumo de cigarrillos. El 5,64% del presupuesto del Seguro de Salud se destina a la atención de enfermedades asociadas al tabaquismo.
Leyes, campañas educativas, regulaciones y otras muchas medidas que pueden y deberían adoptarse para combatir la cultura del fumado de cigarrillos no serán suficientes mientras no se siembre conciencia del daño que esto produce en la salud humana desde la más tierna infancia y desde el ejemplo en el hogar. El ejemplo es más poderoso que otros métodos.
Debemos hacer lo necesario para que el hábito del fumado deje de ser parte de nuestra cultura y que podamos entonces, con apego a la realidad, decir que somos una población “pura vida”.