Agotamiento del modelo
Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 13 julio, 2012
Agotamiento del modelo
Aunque ya es rutina, la capacidad de asombro de muchos costarricenses (¿la mayoría?), no termina de agotarse con el escándalo de cada día.
Ya en la política nacional no hay noticias nuevas, si cabe la redundancia; solo hay una, triste e indignante, que cada día se repite con la cansina reiteración de una crónica anunciada.
Desde hace ya tiempo (¿”hasta cuándo”? diría Cicerón) Costa Rica recibe como información el escándalo de cada día. Cada amanecer hay un escándalo nuevo.
Esta vez fueron dos escritos laudatorios que favorecían a una empresa, propiedad de una amiga política y personal de los jerarcas de este gobierno, que participaba en una licitación millonaria. A pesar de la prohibición explícita de la ley, la Presidenta defendió enfáticamente a sus subalternos.
Dichosamente, en el fondo del túnel refulgió un rayo de luz: el pronunciamiento de la Procuraduría de la Etica.
La dignidad del pueblo costarricense se vio allí reflejada. Sus palabras demuestran de qué está hecho este pueblo. Este pronunciamiento de la Procuraduría, fundamentado en el artículo 52 de la Ley Anticorrupción promulgada en 2004, se vio corroborado por las valientes y oportunas declaraciones de algunos diputados que, junto a la propia Laura Chinchilla, redactaron dicha ley.
La amarga conclusión a que se llega como consecuencia del menosprecio presidencial al orden legal, ante este lamentable suceso, es que en Zapote la ley no es más que un acordeón que se estira y se encoge según sea la melodía que se quiera escuchar.
Mucho me temo que este caso, al igual que otros recientes, como la carretera a Caldera, el desmantelamiento de la CCSS y del ICE, la trocha-mocha de la frontera Norte, o el hueco de la Autopista a Alajuela, quedarán impunes; porque las responsabilidades se diluyen con la misma facilidad que los dineros públicos desaparecen.
Debemos ahora preguntarnos por las causas de estos inconmensurables e ininterrumpidos escándalos.
Un primer diagnóstico podría ser achacarlos a errores o faltas personales. Pero al ser tan frecuentes y generalizados, solo cabe concluir que el modelo político imperante como secuela de la turbulenta década de los 40, ha periclitado.
Ya el movimiento que forjó la Segunda República no cuenta con pensadores de la talla de Rodrigo Facio, ni líderes visionarios como José Figueres Ferrer.
Por eso pienso que ha llegado la hora de que se dé un relevo generacional, expresión de un gran movimiento popular, en cuyo seno surja un nuevo liderazgo ético, intelectual y ejecutivo, cuya misión histórica sea la de asumir creativamente los desafíos de esta nueva época, con el fin de profundizar el mayor logro alcanzado por los costarricenses: la consolidación del Estado Social de Derecho.
Solo así se salvará nuestra democracia.
Arnoldo Mora
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