Agonía de un régimen
Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 07 mayo, 2010
En medio de una orgía de pseudoinauguraciones agoniza el segundo gobierno de “los hermanos”. De esta manera, gastando millones de un erario público (que deja a Laura no con una herencia sino con una descomunal hipoteca) pretende el actual y decadente régimen, no solo maquillar su ya de por sí esperpéntico rostro bifrontal, sino perpetuarse al menos para los próximos ocho años. Y, para que no quepa la menor duda de las intenciones de los Arias, Oscar le dijo públicamente a Laura que ella iría a Zapote no para gobernar como se lo encomendó la voluntad popular, sino para administrar escrupulosamente su legado (?!).
Según su personal leal saber y entender, los Arias no terminan un gobierno. Inician una nueva campaña electoral. La tradición de cortar cintas de obras públicas, se suele hacer en los fines de semana. Oscar lo hace ahora todos los días y a tiempo completo junto a su inseparable hermano menor que, a su lado, se muestra como lo que siempre ha sido: Un segundón (según Enrique Obregón, lo seguirá siendo “hasta que la muerte los separe”). El colmo del narcisismo arista (que podría convertirse en un capítulo más de un tratado de psiquiatría), fue su perorata ante el Congreso, teniendo como mudo y atónito testigo al Cuerpo Diplomático para darle así repercusión internacional a este ludibrio, que no debió haber salido de nuestras fronteras si el régimen conociera la palabra decoro (en la Costa Rica de don Julio Sánchez se le llamaba a eso “vergüenza”).
A tales desplantes histriónicos suelen recurrir, como mecanismos propagandísticos, los regímenes despóticos. En Costa Rica nos causaría tan solo hilaridad si no fuera porque estamos ante la tétrica amenaza de que continúe la autocalificada “dictadura en democracia”. Detrás de esta sicosis de poner placas aún en lugares cuyo terreno no ha sido ni siquiera comprado, subyace la peligrosa ideología arista de comportarse, no como un gobierno democrático, sino como un régimen. Oscar se ve a sí mismo como la culminación de un bicentenario período histórico, el de la Costa Rica republicana y el iniciador de uno nuevo que comenzaría con el ariato. El narcisismo, que se suele catalogar como un comportamiento individual, se plasma ideológicamente en poses pseudomesiánicas y sus corifeos acostumbran rodearse de una corte de aduladores y leguleyos. Me sospecho que, pensando en tan nauseabunda decadencia, Alberto Cañas habló de que bajo los Arias “Costa Rica se había “centroamericanizado” y el ex rector Fernando Durán, aludiendo a esta misma situación, evocó la dinastía de los Somoza.
Pero mi repudio a estas prácticas, no me lleva a la ceguera. En medio de este carnavalesco ritual de inauguraciones de obras sin terminar o aun sin iniciar, hay un anuncio que me provocó auténtica euforia. Se trata de la decisión oficial de hacer un gran parque en el Noreste de San José situado en distritos de Moravia y Santo Domingo, que busca salvaguardar las fuentes que nutren al Río Virilla y crea un nuevo y hermoso pulmón a la sobrepoblada y contaminada área metropolitana… En medio de tantas pesadillas, al fin tenemos un bonito sueño.
Arnoldo Mora Rodríguez
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