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COLUMNISTAS


Acoso sexual, de la negación a la aceptación de las imputaciones

Marilyn Batista Márquez [email protected] | Miércoles 16 febrero, 2022


Todavía me sorprenden los cuestionamientos y comentarios retrógrados e insensibles de hombres y mujeres que las emiten, cuando conocen denuncias de acoso sexual hacia una persona de alto perfil público, similar al desdeño e irrespeto hacia el tema de conservación del ambiente y la lucha contra el cambio climático.

Aún con el Protocolo de Kyoto (1995), en que la comunidad internacional inició la toma acciones para fortalecer la respuesta mundial al cambio climático y el Acuerdo de París (2015) que por primera vez agrupa a todas las naciones del mundo para realizar esfuerzos que cumplan el objetivo de combatir el cambio climático, contamos con personajes como Donald Trump que dicen “no me lo creo”.

La Comisión de Expertos de la Organización Internacional de Trabajadores, OIT, (Informe III, 91ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, Ginebra, 2003) sostiene que “el acoso sexual atenta contra la igualdad en el trabajo, al incidir en la integridad, dignidad y bienestar de los trabajadores. Daña a la empresa al debilitar las bases sobre las cuales las relaciones laborales son construidas, y causa perjuicios en la productividad”. Se unen a esta advertencia de la OIT, la Organización de las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, la Organización Mundial de la Salud, el Fondo Monetario Internacional, etc.

La justificación de conductas acosadoras asegurando que son “malentendidos culturales” y “cambios de normas y estándares sociales”, es una actitud irresponsable, insensata y peligrosa, porque resta valor al acto delictivo e inmoral, y puede animar a algunas las personas a imitar este comportamiento. Así como Trump provocó que miles de ciudadanos subestimaran los efectos del cambio climático, igualmente miles de personas desestiman las acusaciones de acoso sexual cuando el acusado niega los hechos. La situación cambia cuando la persona imputada acepta que cometió un error y se arrepiente de sus acciones de forma clara y contundente, sin parafraseo pendejos como “si alguna vez ofendí a una de ellas, o causé dolor, les pido perdón”. Esta frase es la peor desfachatez que se le pueda ocurrir a un imputado de acoso sexual, ya que toda acusación se realiza por la afectación moral, emocional y física que sufre la víctima.

Ejemplo de la negación hasta la aceptación de un caso de acoso sexual es el de Plácido Domingo. Días después de haber recibido una veintena de acusaciones de acoso sexual, él lo negó, el público le creyó, y fue recibido con aplausos de pie y gritos de ¡bravo!, en el auditorio de Salzburgo en Viena. El divo alegaba que las acusaciones eran inexactas y que todas sus interacciones y relaciones fueron "siempre bienvenidas y consensuadas".

Meses después, coincidiendo con la publicación de un informe de investigación encargado por el sindicato de músicos de ópera de Estados Unidos (AGMA), que confirma testimonios creíbles de 27 personas, entre las que hay mujeres que fueron acosadas o han sido testigos de situaciones de acoso durante dos décadas, Domingo pidió perdón "por el dolor causado" a todas las mujeres que lo acusaron de abuso sexual y aceptó en un comunicado de prensa toda la responsabilidad de sus acciones.

Los resultados de las acusaciones provocaron su dimisión de director general de la Ópera de Los Ángeles y la cancelación de la mayoría de sus presentaciones en el mundo, incluyendo su tierra natal, España, hasta el día de hoy.

El "mejor tenor de todos los tiempos", según lo nombró la BBC en 2008, expresó que respeta “el hecho de que estas mujeres finalmente hayan tenido el valor de denunciar”, muy diferente a otros acusados, que han solicitado “amablemente” que la denunciante se abstenga de hacer comentarios sobre estos temas, para evitar lesiones y daños a su persona.

Si eres un acosador sexual condenado o confeso –aunque para suavizar el delito se aplique el eufemismo de ser responsable de comportamiento “inadecuado” o “impropio”–, pero claramente te sancionaron por las acciones de las que te acusaron, entonces, lo menos que el público espera es que actúes con honorabilidad. Acepta los hechos. Arrepiéntete asumiendo las consecuencias (nada de lágrimas de cocodrilo), incluyendo la renuncia a determinadas aspiraciones, dejando claro que nunca volverás a repetir ese tipo de conducta, aceptando que no fue la correcta y causó daño.

Cormac McCarthy, ganador del Premio Pulitzer, en una ocasión comentó que una persona puede perder su honor y recuperarlo nuevamente. Coincido con este escritor, porque creo que todos podemos recuperar el respeto de un grupo, comunidad o pueblo, si actuamos apegados a la rectificación de los errores. “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor”, Confucio.

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