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A la casa de cristal se le mete el agua

Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 14 agosto, 2014


Más que una cuestión de legalidad, la repulsa ciudadana tiene raíces éticas. Nace del alma de una sociedad avergonzada por la ola de corrupción


De cal y de arena

A la casa de cristal se le mete el agua

Se le está metiendo agua al bote en que va, con otros más, el Presidente de la República. Si don Luis Guillermo no se percata de ello y de la inaplazable necesidad de achicar, el bote se irá a pique, también con el Partido Acción Ciudadana y con las esperanzas que desató.
Ya no son las grandes interrogantes provocadas por la designación de un gabinete inexperto en política, riesgosamente heterogéneo y de asténica formación partidista, las causas de la turbulencia; es la largueza con que el entramado del candidato Solís administró los recursos que el Estado le dio para la campaña y la aparición en el regazo presidencial de un injerto político que cual extraño híbrido rasputinesco, estaba desempeñándose simultáneamente como consejero presidencial y de colmilludos consorcios mercantiles.
Si al Presidente se le dieron cien días de pausa para posibilitarle diagnosticar la realidad financiera, económica, administrativa y social heredada, a efecto de construir contenidos y formas de las grandes avenidas por donde irá el cambio que prometió, ese mismo Presidente no ha tenido más que minutos para enmendar la gran metida de pata que significó la acogida de ese Rasputín.
Más que una cuestión de legalidad, la repulsa ciudadana tiene raíces éticas. Nace del alma de una sociedad avergonzada por la ola de corrupción alcahueteada desde los tiempos de la cabalgata bipartidista que el PAC y su candidato denunciaron en una cruzada sin parangón que advirtió la necesidad de un cambio de capitán y tripulación.
No se equivoque, Presidente, imputando esta repulsa a una conspiración de los grupos que temen que un gobierno fuerte y popular se les plante. Conforme más meta las de andar, ese 1,3 millón de votantes, muy sensibles a los deslices éticos y morales, le retirarán su respaldo.
Tras ellos irán los partidos que podrían disimularle sus pifias políticas, mas no los entuertos éticos de su gobierno. Usted, como Jefe de Estado y nadie más que usted, tendrá que responder por lo que esta administración haga o deje de hacer en estos tiempos de concupiscencia galopante.
El PAC surgió más que como partido, como un sentimiento de rebeldía y de protesta ante un orden de cosas descompuesto y maloliente. Su vocación por la ética y la moral marca su presencia política desde siempre, un compromiso absorbente por completo que impide a don Luis Guillermo el lujo de indulgencias o excepciones.
Y así como Rodrigo A. Carazo fue cortante con las larguezas y dispendios que alimentaron un pago privilegiado y benevolente a un abogado que autenticó firmas cuando no era imperioso hacerlo, el Jefe de Estado no debió esperar a la formación de una ola de protesta imparable en las redes sociales para proceder a extirpar lo que tenía que extirpar.
El tráfico de influencias y la utilización de información privilegiada son la cara más visible de la corrupción. Quienes la cultivan gustan de estar ahí donde reside el poder político y económico (ministerios, entes autónomos, autarquías en concesiones, por ejemplo).

Álvaro Madrigal

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