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COLUMNISTAS


Tres Marías

Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 30 abril, 2012



Tres Marías

Como cinéfila puedo pasarme un domingo entero viendo en DVD película tras película. La cinematografía nacional me obliga a asistir a las salas de cine: no es fácil encontrar copias en el video.
El viernes antepasado el film “Tres Marías”, de factura costarricense, solo se proyectaba en Multiplaza Escazú a las 9.30 de la noche. Aunque soy lo que yo llamo “una persona del Este”, tomé coraje, le pedí a mi compañero que me llevara y nos dirigimos al Oeste.
Me alegra haber tomado la decisión: disfruté mucho la película. Una de las cosas que llamó mi atención desde el principio fue el lenguaje. Puede gustar o no gustar, pero el director, Francisco González Valenzuela, hizo una elección arriesgada utilizando el blanco y negro (con unos mínimos puntos de color), una perspectiva de cámara no convencional, unos primeros planos descarnados y una narración no lineal.
Tal vez por primera vez en los largos nacionales, la historia no trata de personajes de la clase media o alta, de artistas, de jóvenes malhablados o de una idealización de la pobreza.
“Tres Marías” trascurre en un barrio obrero y la mayoría de sus personajes tienen graves problemas económicos. Prostitutas, travestis, vividores, acosadores sexuales, mujeres víctimas de agresión doméstica, pequeños capos de barrio y aspirantes a asaltantes, invaden la pantalla mostrándonos una Costa Rica distinta a la que, por lo general, muestran nuestras películas.
Si bien el guion, en su estructura, tiene algunos problemas, estos no impiden que las tres historias sean claras. Uno quisiera que la primera fuera menos larga que la segunda y que la tercera no fuera tan corta. Esta última es la más rica en cuanto a la complejidad sicológica de los personajes y a las sorpresas que revela. Algunas reiteraciones en el relato podrían ser más breves.
Para los que como yo pertenecemos al mundo del teatro, nos resulta muy difícil enajenarnos en cualquier representación escénica. Conocemos a los actores y nos cuesta olvidarnos de sus características personales. En “Tres Marías” las actuaciones (muy bien dirigidas por Pablo Morales y Jahel Palmero) son tan buenas que, amigos entrañables y excelentes personas como Rosibel Carvajal y Carlos Alvarado, lograron provocar en mí un rechazo hacia sus personajes.
Madeleine Martínez transmite su miedo y su angustia, Patrick Valembois dibuja un joven encantador, Pablo Morales nos enfrenta con un personaje ambivalente y Néstor Peirano, representa a un capo mafia más que creíble.
Me apena que un film tan rico como “Tres Marías” no haya tenido la repercusión que se merecía.
Muchos consideran que no hay que ver el cine costarricense solo porque es nacional. Yo creo que a los que nos interesa la historia de nuestro país, su cultura, su perfil sociológico y su narrativa (y por supuesto a todos los que se dedican al teatro, la literatura y/o al cine), deberíamos asistir a todas y cada una de las películas que se proyectan. Tómenlo en cuenta para la próxima.

Claudia Barrionuevo
[email protected].



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