Mi identidad me traspasa
Claudia Barrionuevo [email protected] | Viernes 07 marzo, 2014
Todo lo que hago y soy me define, pero mi ser mujer está por encima de todo. O por debajo. O más bien transversalmente
Mi identidad me traspasa
Soy hija, hermana, prima, sobrina. He dejado, lamentablemente, de ser nieta. Me encantaba.
Soy amiga, colega, amante, compañera. He dejado de ser esposa. Alguna vez me gustó.
Soy mamá y, en consecuencia, trato de ser amiga, colega, compañera, compinche. También soy culposa. ¡Me fascina! No la parte de la culpa, no: la maternidad en sus otras etapas.
Soy femenina y lo disfruto. Buena cocinera (modestia aparte), tejo, bordo, puedo coser, adoro ser anfitriona, colecciono vestidos y tengo debilidad por los estampados y los colores.
Soy, sin embargo, austera en mis gastos. Excelente cazadora de ofertas: nada de lo que compro es muy caro.
Soy sensible en mi piel y en mi alma. Ansiosa, atormentada, viciosa. Me odio. A veces logro ser feliz a pesar de mis ansiedades y tormentos y gracias a mis vicios. No. No es totalmente cierto.
Soy antigua y moderna; joven y vieja; clásica y revolucionaria. Me comprendo y me acepto.
Soy pizpireta (dice un amigo), entretenida (dice otro), lúdica (hay consenso) y divertida (para algunos). Me gusta escuchar las opiniones de quienes me conocen aunque no siempre me las crea.
Soy una buena lectora de ficción y una floja estudiosa de textos teóricos. Prefiero las novelas; debo ser más académica. No lo logro, me sumerjo en los relatos.
Soy profesora. Y en ese espacio vuelvo a ser mamá, amiga, compañera, compinche, sensible, ansiosa… y trato de ser estudiosa, moderna, joven, revolucionaria, entretenida, lúdica y divertida.
Soy aristotélica, adoro los tres actos, los puntos de giro, los arcos dramáticos, los diálogos lógicos, los personajes verosímiles.
Soy directora de teatro, dramaturga, guionista de televisión, articulista. Soy escritora y estoy convencida que lo que escribo tiene que tener muchos sentidos, provocar emociones y reacciones, mover las fibras de quienes me leen, lograr cambios de pensamiento.
Si soy todo lo anterior y muchas cosas más, es porque soy mujer. Todo lo que hago y soy me define, pero mi ser mujer está por encima de todo. O por debajo. O más bien transversalmente.
Eso es: mi identidad de género (odio el término) me traspasa. Mi ser mujer pasa a través de todo lo que soy.
¿Que si me costó ser yo misma? ¡En puta! Perdón por mi francés. Menos que a mí mamá, mucho más de lo que les costará a mis hijas. No hablaré de mis adoradas abuelas. Experiencias diferentes en contextos históricos diversos. Tal vez no tanto. Posiblemente similares.
Escogí oficios no propios de las mujeres en un momento histórico. No acepté las convenciones sociales de una época y un estrato social. En ese contexto tuve dos hijas y traté de guiarlas según mis parámetros ideológicos, sensibles, responsables, sicológicos, femeninos, familiares…
¿Lo logré? Tal vez algún día tenga la certeza. Lo cierto es que intenté educar a mis hijas, Manuela y Valeria, tan bien como mi abuela lo hizo con las suyas, Lilia y Ana María, e igual que mi tía y mi madre se pulieron con nosotras: Claudia, Alejandra, Valeria y Paula.
Claudia Barrionuevo
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