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Genio y figura

Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 27 junio, 2014


Alberto Cañas es parte de nuestra historia. Su genio individual se identifica con su figura histórica


Genio y figura

La expresión que encabeza este artículo se aplica a aquellos cuya personalidad se distingue porque marca un capítulo de la historia. Sus huellas dejan una secuela que no los hace pertenecer a una época sino que la época les pertenece; se apropiaron de un período histórico y se convirtieron en sus protagonistas, hasta el punto de que esa época no sería lo que ha sido sino fuera por la herencia de obras (escritos, instituciones, participación en la vida pública, tanto política como cultural y social) que legó.
Es por eso que sus compatriotas le rinden tributo. Su figura es asumida como un referente que trasciende su circunstancia vital y se convierte en punto de referencia.
Tal es el caso del eminente conciudadano Alberto Cañas. Prácticamente nadie en las últimas décadas ha podido sustraerse a su influencia, aceptando o rechazando sus ideas y propuestas. Siempre fue un referente obligado en el ámbito de la cultura y de la política.
La resonancia de su pensamiento y de su acción tuvo su raíz en su auténtica identificación con los valores forjados por nuestro pueblo a lo largo de su historia, lo que lo facultaba para desenvolverse con igual soltura en el mundo de las letras y en el de la política.
Tuvo el mérito de ver en ambas dimensiones de su personalidad no una dicotomía sino un complemento fecundo que se tradujo, no solo en libros, sino también en propuestas para difundir la cultura.
Pero no fue solo un cultor de la palabra escrita; nadie como él adoraba esa tradición tan hispánica de la “tertulia”; amaba dialogar y defender a ultranza sus opiniones, pero escuchaba —al menos, así fue conmigo— las objeciones que se le hacían o las propuestas que iban en sentido diverso a las suyas.
A veces terminábamos defendiendo posiciones opuestas, pero días después nos volvíamos a encontrar y me decía: ”Creo que tenías razón” o, por el contrario, era yo quien le daba la razón.
Estas divergencias eran sobre todo en el campo de la estética, en torno a lecturas y autores sobre las cuales teníamos un juicio crítico no siempre convergente.
En política nuestro origen de clase (yo hijo de un pequeño propietario agrícola fundador de cooperativas y él un viejo “glostora”), nos alejó en un principio, pero el repudio por el ultraconservadurismo de Reagan, de los Bush y de Aznar en la escena internacional y la traición de los Arias a la socialdemocracia en la nacional, nos fue acercando.
Al final, ambos nos encontramos luchando por los mismos ideales: (construir una Patria soberana y un Estado social de derecho), aunque mantuvimos divergencias en torno a los procesos revolucionarios de la región.
Alberto Cañas es parte de nuestra historia. Su genio individual se identifica con su figura histórica. Para honrar su memoria en lo inmediato propongo que el Ministerio de Cultura, cuyo creador fue él, a través de la Compañía Nacional de Teatro lleve a escena alguna de sus obras y a la Editorial de la UNED, cuyo presidente del Consejo Editorial también fue él, inicie la publicación de sus obras completas, mientras en la Asamblea Legislativa se siga el trámite legal para declararlo Benemérito de la Patria, como propuso el diputado Ottón Solís… El resto lo hará la historia.

Arnoldo Mora
 

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