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4 de noviembre

Pedro Oller [email protected] | Martes 28 octubre, 2008


4 de noviembre

Pedro Oller

No hay más que hablar. Solo esperar a pocos días el resultado de la elección en Estados Unidos. Proceso que ha despertado un inusitado interés primero por la novedad de Barak Obama y después, por la crisis financiera mundial cuyos efectos han arrancado y profundizado en Estados Unidos.
Me he resistido a la fascinación, suerte kitsch, que ha invadido a muchos de nuestros coterráneos. Esos que no asisten a una fiesta porque hay debate de candidatos a vicepresidentes, aquellos que no tienen otro tópico de conversación casual, quienes se consideran serios expertos. Ojalá despertaran el mismo interés las elecciones locales, venidas a menos en análisis, debate y participación.
Sin embargo, estemos claros que es una decisión clave para el futuro de todos. Más después de la debacle en Wall Street que ha empujado, cual secuencia de dominó, a todos los mercados internacionales. Y que, tenue pero segura, se asoma en nuestro rústico rincón augurando un 2009 difícil y complejo.
De suponer que un cambio ¡el que sea! será beneficioso. Y, como W no tiene la posibilidad de un tercer mandato, ese anhelo se cumplirá. Por lo que, ¿con cuál de las dos opciones nos irá mejor? Aclaro carecer de clarividencia divina por lo que me limito a lo visto.
Biden, el candidato a vicepresidente demócrata, anticipa que en caso de que Obama triunfe, el entorno internacional probará su determinación. Lo dijo él y le creo. Rusia se alinea, cual guerra fría, con Venezuela en pruebas incómodamente cercanas a nuestras fronteras. Y, una vez conocido el resultado, de suponer que como con setiembre 11, habrá algún tanteo de la fortaleza de la nueva administración demócrata. ¿Y en lo económico? Si te vi, no me acuerdo.
A Palin no puedo usarla de referente, pero está claro que en caso de que McCain triunfe, según él mismo ha dicho, el curso está trazado y —salvo algunos giros de estilo— no hemos de prever mayor distracción. Salva(ta)je incluido.
Sea cual sea el resultado, pareciera que Latinoamérica continuará en el archivo intrascendente de cualquier secretario de Estado que venga. Con la única excepción, quizás, de Brasil que ha sido el exclusivo invitado a la cumbre financiera convocada por Bush. Bien por Lula pero mal por la región.
En fin, habremos de prepararnos para lo que nos espere. Independientemente del resultado que machalá venga acompañado de la incertidumbre generada por la elección Gore-Bush. Certeza, sea cual sea el rumbo, es lo que necesitamos.
Arias en política exterior merece un sobresaliente. El solo hecho de alinearnos con las economías emergentes más importantes (China e India, Brasil), nos permite seguir hilando esperanzas de flujos de inversión extranjera a pesar de las circunstancias. Si a lo anterior aunamos un foco en 2009 al mundo árabe en aras de mayor intercambio, el panorama general debería ser alentador.
Dice Fareed Zakaria en su libro, “The Post-American World” (El Mundo Post-Americano) que el “resto” al adoptar una mentalidad de primer mundo, marcará el ritmo y cambiará el peso del desarrollo económico en los años venideros. El pasado reciente sugiere que lleva razón. Que Dios nos agarre confesados.

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